Jorge Pedraza Salinas
Lo sucedido hace 100 años –el 9 de diciembre de 1914– nos permite apreciar en su plenitud el indomable espíritu de Tomás Alva Edison, uno de los más grandes inventores de todos los tiempos.
Esa aciaga tarde, las conocidas empresas de Edison fueron consumidas por el fuego. Las pérdidas totales por el siniestro superaban los dos millones de dólares, aunque lo más grave era la pérdida del trabajo de toda la vida de Edison. Su compañía contaba con un seguro de solamente 238 dólares. El inmueble estaba construido de concreto que, se pensaba en aquel tiempo, era a prueba de fuego.
A los 67 años de edad, Edison vio que su vida se iba junto con las llamas.
Edison se mantuvo firme, de cara al helado viento invernal, mientras los bomberos trataban de controlar el voraz fuego. Los pensamientos que le asaltaban debieron haber sido de confusión y desesperación.
A la mañana siguiente, Edison supervisó sus carbonizados sueños y sus aplastadas esperanzas. Sin embargo, se cuenta que mientras estaba en medio del desastre, llegó a decir: «incluso en la desgracia se pueden encontrar cosas valiosas. Aquí han quedado consumidos por el fuego todos nuestros errores. Gracias a Dios, podemos empezar de nuevo».
Y no eran éstas palabras vanas. Al cabo de tres semanas, las Industrias Edison fabricaban el primer fonógrafo. Era el fruto de un líder con increíble visión, capaz de mantener el entusiasmo en su equipo de trabajo y que al mismo tiempo poseía una enorme dosis de adaptabilidad. El ejemplo positivo, permanente de Edison inspiraba a los demás.
Thomas Alva Edison (11 de febrero de 1847 – 18 de octubre de 1931) empresario y un prolífico inventor que patentó más de mil inventos (durante su vida adulta un invento cada quince días) y contribuyó a darle, tanto a Estados Unidos como a Europa, los perfiles tecnológicos del mundo contemporáneo: las industrias eléctricas, un sistema telefónico viable, el fonógrafo, las películas, etc.
EDISON, EL ENTUSIASTA
Gracias al ingenio de Edison disfrutamos de de una serie de adelantos como el micrófono, el fonógrafo, la luz, la batería de placas, las películas habladas y varios miles de invenciones.
Hay una anécdota de Thomas Alva Edison narrada por su hijo:
Edison era un hombre que rehusaba desanimarse. Su hijo recordaba una fría noche de diciembre en 1914, cuando ante experimentos infructuosos con la batería de placas alcalinas de hierro y níquel (proyecto en el que trabajó diez años) gritó “¡Fuego!” “¡Fuego!”
En pocos minutos, todos los componentes almacenados en la planta de Edison: celuloide para discos, películas y otros artículos inflamables, ardían.
Acudieron compañías de bomberos de ocho pueblos cercanos, pero el fuego era tan intenso y no era suficiente la presión del agua, que los intentos fueron inútiles.
Todo se destruyó.
Al no encontrar a su padre, el hijo de Edison se preocupó. ¿Estaba a salvo?
Entonces vio a su padre que corría hacia él gritando:
– “¿Dónde está mamá?”, “¡Búscala, hijo!, ¡dile que venga y reúna a todos los amigos! ¡Nunca más verán un incendio como éste!”.
Antes del amanecer, con el fuego bajo control, Edison reunió a sus empleados y les hizo un anuncio increíble:
«¡Reconstruiremos!»
Dirigiéndose a uno de sus hombres, le dijo que alquilara toda la maquinaria que encontrara en el área. A otro le dijo que consiguiera una grúa y como si se le ocurriera de pronto, añadió:
“A propósito, ¿alguno de ustedes sabe dónde podemos conseguir dinero?”
Más tarde, explicó: “Siempre podemos sacar ventaja de un desastre. Lo que ha pasado es que limpiamos el sitio un poco de cosas viejas. Ahora construiremos algo más grande y mejor sobre las ruinas”. Después de un momento, bostezó, enrolló su saco para que le sirviera de almohada, se acurrucó sobre una mesa e inmediatamente se quedó dormido.
FRASES DE EDISON
La anécdota la cuenta John Maxwell, y deja ver claramente la actitud de vencedor de Edison, un ser humano de una inteligencia prodigiosa, a quien además de sus numerosos inventos, le debemos frases como éstas:
* «Después de años de observar los procesos de la naturaleza, no puedo dudar de la existencia de una Inteligencia Suprema. La existencia de tal Dios, a mi ver, casi puede demostrarse con la química.»
* «Mi máximo respeto y mi máxima admiración a todos los ingenieros, especialmente al mayor de ellos, que es Dios.»
* «El genio es uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de transpiración.»
* «La caridad es una virtud del corazón, no de las manos.»
* «Las personas no son recordadas por el número de veces que fracasan, sino por el número de veces que tienen éxito.»
* «Lo que el espíritu del hombre puede concebir, su voluntad debe controlarlo.»
* «El único invento que ha saciado mi espíritu inventor, es la empanada de atún.»
* «Muchos fracasos de la vida han sido de hombres que no supieron darse cuenta de lo cerca que estaban del éxito cuando se rindieron.»
* «Muéstrame un hombre satisfecho y te mostraré a un hombre fracasado.»
* «No engañes, pero no te dejes engañar.»
* «No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de como no hacer una bombilla.»
Nota: respondiendo a un periodista que le recordó que había cosechado casi mil intentos fallidos antes de dar con el filamento de tungsteno.
* «No puedo creer en la inmortalidad del alma. . . No, todo lo que se dice sobre la existencia después de la tumba está mal. Es sólo el producto de nuestra tenacidad hacia la vida. . . Nuestro deseo de seguir viviendo. . . Nuestro pavor de llegar a un final.»
* «Quien no se resuelve a cultivar el hábito de pensar, se pierde el mayor placer de la vida.»
* «Si hiciésemos todo lo que somos capaces de hacer, nos quedaríamos completamente sorprendidos de nosotros mismos.»
* «Una experiencia nunca es un fracaso, pues siempre viene a demostrar algo.»
* «Un día surgirá del cerebro de la ciencia una máquina con una fuerza tan temible y terrorífica, que hasta el hombre, el guerrero, que está dispuesto a soportar la muerte y tortura para inflingir muerte, abandonará la guerra por siempre.»
* «Yo no hice nada por accidente, ni tampoco fueron así mis invenciones; ellas vinieron por el trabajo.»

