
MEC. Gisela Aguilar Martínez
La llegada del Talibán a Kabul, la capital de Afganistán, despertó el miedo en los ciudadanos, principalmente en las mujeres. Con el retorno del Talibán al poder 20 años después, las mujeres en Afganistán tienen miedo a perder los derechos sociales y económicos que ganaron en las dos últimas décadas.
El Talibán impone una interpretación radical y restrictiva de la ley islámica que restringe notablemente los derechos de las mujeres.
Tras el avance del Talibán en Afganistán, muchos derechos sociales y económicos alcanzados durante los últimos 20 años se acabaron de repente. Y las denuncias de recortes de libertades de las mujeres no son la excepción.

Son muchas las restricciones, las mujeres tienen que llevar la burka (el traje que impide ver completamente el cuerpo de la mujer), como lo ordenan los talibanes, y un hombre tiene que acompañarlas.
En los primeros dos días de la llegada del Talibán a Kabul, las calles de la capital empezaron a mostrar indicios de esos cambios restrictivos para las mujeres. Muchas mujeres en Kabul sienten miedo y desesperanza.
Las jóvenes describen la ciudad como «silenciosa». El Talibán gobierna la ciudad y todos están en casa, las mujeres ahora no pueden ir al trabajo ni a la universidad.

Las féminas ven incierto su futuro haciéndolas perder la esperanza, están buscando la manera de salir de Afganistán porque no hay esperanza para las mujeres.
El mundo y los dirigentes afganos abandonaron a la juventud del país de la forma más cruel que se pueda imaginar, parece una pesadilla para las mujeres que han estudiado, que piensan en un mañana mejor para ellas y las generaciones futuras.
En la Universidad de Kabul las estudiantes salieron corriendo del dormitorio de mujeres, pues la policía les había avisado que los talibanes habían entrado a la ciudad y golpearían a cualquier mujer que no usa una burka.
Han tenido que esconder identificaciones, diplomas y certificados, lo que ha sido devastador. Ha sido indignante el hecho de esconder las cosas de las que se sientan orgullosas.

Durante 1996 y 2001, los talibanes en el gobierno impusieron una visión ultraortodoxa de la ley islámica la cual impedía a las mujeres estudiar o trabajar, salir de casa si no era acompañadas de un miembro masculino de su familia y les obligaba a llevar el burka en público.
Las flagelaciones y ejecuciones, incluso la lapidación por adulterio, eran prácticas habituales en las plazas y estadios de las ciudades.
Los talibanes están tratando de mostrar una faceta más moderada, prometiendo respetar los derechos de las mujeres y proteger tanto a los extranjeros como a los afganos. Han afirmado en varias ocasiones que respetarían los derechos humanos si regresaban al poder en Afganistán, enfatizando en los de las mujeres, pero de acuerdo a los valores islámicos.
El triunfo del Talibán en Afganistán es una desgracia para el mundo y una tragedia para las mujeres, que verán avasalladas sus garantías individuales.
