
MEC. Gisela Aguilar Martínez.
Los perros, se encuentran entre los mejores detectores de olores del mundo animal, ya que tienen hasta 300 millones de receptores olfativos, En el caso de los humanos solo contienen unos 6 millones de receptores olfativos. El cerebro de los perros dedica un 40% más de espacio que el de los humanos al análisis de olores.
Por esta razón se entrena a los perros para que, a través del olfato, aprendan a detectar diversos objetivos, como drogas ilegales, personas desaparecidas, especies silvestres en peligro de extinción y mucho más. Los perros que están entrenados consiguen reconocer estos objetivos mediante el olor de unas sustancias denominadas compuestos orgánicos volátiles (COV), a menudo con mayor sensibilidad que los instrumentos analíticos.

Los COV pueden ser producidos tanto por organismos vivos como por materiales naturales o sintéticos. El humano los produce mediante la actividad metabólica del cuerpo, luego estos entran en el torrente sanguíneo y, finalmente, se liberan en el aire a través de la sangre, la orina, las heces, la piel o el aliento.
Estudios revelan que se puede entrenar a los perros para que reconozcan compuestos orgánicos volátiles únicos, denominados «biomarcadores», en el aliento exhalado de pacientes con determinadas enfermedades o dolencias crónicas, como el cáncer y la diabetes, e incluso para detectar previamente el ataque epiléptico de un paciente con epilepsia.
Científicos especializados en olores caninos empezaron a estudiar si el COVID-19 era una de las enfermedades que los perros entrenados podrían detectar y los estudios revelaron que sí era posible.
Los perros son muy prometedores como método de detección rápida que, utilizado junto a otras medidas como los test rápidos, podrían ayudar a detener la propagación del Covid-19 y acabar con la pandemia.

En esta reciente investigación, plantearon la hipótesis de que las personas infectadas por el Covid-19 liberarían COV específicos, y que un perro detector de olores bien entrenado sería capaz de distinguir estos biomarcadores de otros compuestos orgánicos volátiles.
El estudio se basó en obtener mascarillas tanto de pacientes hospitalizados que habían dado positivo en Covid-19, como de aquellos que obtuvieron un resultado negativo.
Se entrenaron a cuatro perros para que respondieran ante las mascarillas de pacientes positivos en Covid-19 e ignoraran las de pacientes negativos u otras que no habían sido utilizadas. Durante el proceso, los perros aprendieron a diferenciar los biomarcadores procedentes del aliento de pacientes positivos en Covid-19 de los que no lo eran.
El entrenamiento con una rueda de detección de olores, en donde colocaron mascarillas de pacientes positivos en Covid-19 y de pacientes negativos en Covid-19 en latas con pequeños agujeros en las tapas, que se fijaron a los extremos de los brazos de la rueda. Los perros caminaron alrededor de la rueda olfateando los compuestos orgánicos que salían de estos agujeros.
Se hicieron 40 ensayos doblemente ciegos (lo que significa que las personas que entrenaban a los perros no sabían qué mascarillas eran cada una de ellas), descubrieron que cada uno de los cuatro perros del estudio había detectado con precisión las mascarillas de pacientes positivos en Covid-19 más del 90% de las veces.

Ahora que se ha demostrado que se puede entrenar a perros para olfatear el Covid-19, se sigue investigando como se pueden identificar los compuestos orgánicos volátiles exactos (los biomarcadores) que los perros detectan. Para ello, han seguido analizando las mascarillas de pacientes positivos y negativos en Covid-19 en el laboratorio.
Averiguar qué biomarcadores están vinculados al coronavirus ayudará a desarrollar materiales para mejorar el entrenamiento y enseñar a otros perros a detectar la enfermedad.

