Cultivo de algas contra la contaminación

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MEC. Gisela Aguilar Martínez

Las algas que se cultivan en viveros acuícolas tienen más posibilidades de las que nos imaginamos: desde alimento sostenible para especies animales a ingredientes para cosméticos. Pero es que, además, son capaces de beneficiar al medioambiente.

Para el bañista veraniego, encontrarlas en la orilla de la playa puede resultar molesto, pero son indispensables para los ecosistemas acuáticos. Sin ellas, nada sería igual. Son protagonistas dentro del planeta, pues producen alrededor del 70% del oxígeno que hay en la atmósfera. Si las algas mueren, se estaría en problemas. Si se quiere garantizar el equilibrio natural, se hace imprescindible cultivar este valioso activo, y es por ello que en algunos países como España ya cuentan con auténticos laboratorios flotantes y en tierra, donde se llevan a cabo trabajos de I+D para empresas de todo tipo.

Queda claro que las algas y las microalgas son, junto a las plantas terrestres, la base de la vida en el planeta, pero ¿qué otros fines tiene? Durante siglos, se han utilizado para el consumo humano. Pero hoy en día, sus usos se han multiplicado de manera exponencial y sus extractos se encuentran en un amplio abanico de productos, desde alimentos humanos a piensos de animales, productos farmacéuticos, cosméticos, fertilizantes, bioestimulantes vegetales, biomateriales, biocombustibles. La participación de las microalgas que son organismos unicelulares, que hacen la fotosíntesis y se han especializado en sobrevivir de todas las formas posibles: pueden alimentarse de otros seres o generar su propio alimento.

No es de extrañar que la acuicultura haya detectado su importancia y se haya lanzado a producirlas, siempre de manera sostenible, como método para preservar el equilibrio en los ecosistemas marinos. Esto ha llevado a un mayor estudio y conocimiento de estos microorganismos, capaces de habitar cualquier medio (tierra, aire, agua) sin necesidad de formar estructuras complejas. A día de hoy, se sabe que son buenas para el entorno y regeneran el medio ambiente, puesto que reciclan eficientemente los contaminantes, ya sean medios líquidos y gaseosos. De hecho, lo que hacen es incorporar estas sustancias a su metabolismo y, a partir de ellas, crear biomasa: actúan como productoras primarias de la cadena alimenticia.

En el año 2000 fue cuando la producción mundial de algas despegó. De hecho, ya ha superado los 35 millones de toneladas al año. El porqué del interés se debe a la cantidad de aplicaciones que tienen y a los avances que se han logrado en su uso. Por ejemplo, en la industria alimentaria, la contribución de las microalgas pasa por la producción de vitaminas, ácidos grasos o pigmentos naturales; en la industria agraria, se emplean para la producción de fertilizantes; y por último, dentro de la acuicultura, constituyen la base alimenticia de la mayoría de especies que se están criando. Y quedan más horizontes por abrir.

Las microalgas, así como las macroalgas, sirven para limpiar el medio ambiente con la absorción de CO2 y la purificación de las aguas, y que incluso logran la producción de energía en forma de hidrógeno o biocombustibles. Se utilizan para todo. Las algas se emplean como fertilizantes para campos de agricultura, para cosmética porque tienen muchos antioxidantes, también se hacen textiles, plásticos. etc. Al apostar por ellas, la acuicultura demuestra su papel esencial en la configuración del mañana, apostando por iniciativas de investigación e I+D en torno al aprovechamiento de las algas.

En el caso de las algas va un paso más allá en cuanto a innovación para la sostenibilidad y, además, lo hace de una forma paradigmática. Los organismos más importantes del colosal océano son, irónicamente, los más pequeños.

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