El ADN en la investigación criminal

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Maestro Adrián Emilio de la Garza Santos

Procurador General de Justicia del Estado de Nuevo León

Doctora María de Lourdes Chávez Briones

Coordinadora de Genética Forense de la Dirección de Criminalística y Servicios Periciales de la PGJENL

INTRODUCCIÓN

Los avances científicos de las últimas décadas han cambiado la forma como percibimos y conocemos el mundo. Estos mismos avances han tenido un impacto determinante en prácticamente la prestación de todos los servicios, ya sean públicos o privados.

En este sentido, la Procuraduría General de Justicia del Estado de Nuevo León se ha distinguido por estar a la vanguardia en el uso de las más modernas técnicas para la investigación de los delitos. Un claro ejemplo es el trabajo que se desarrolla en la Coordinación de Genética Forense de la Dirección de Criminalística y Servicios Periciales.

En las siguientes líneas, se expondrán algunas de las técnicas que se utilizan cuando los principales indicios deben ser procesados para la obtención de información relacionada con el ADN, tanto de la víctima como del sospechoso.

I. EL ADN EN LA ESCENA DEL CRIMEN

Las enormes posibilidades de la tecnología del ADN no deben hacer que nos relajemos a la hora de realizar la investigación en el lugar de los hechos, pensando que la solución a la investigación dependerá del laboratorio al que se remitan los indicios hallados, ya que no sólo se trata de buscar una determinada evidencia, sino de hacerlo correctamente; de lo contrario, podría ser que pierda su actividad biológica o que la prueba quede invalidada por un defecto en la investigación preliminar.

Por elemental que parezca, no se puede olvidar nunca que en los laboratorios sólo se estudia aquello que se remite, y que el análisis se inicia sobre el indicio en las condiciones en las que llega, no en las que se manda; de ahí la enorme importancia del indicio en el lugar de los hechos. El investigador debe seguir las pautas adecuadas a la hora de recoger y enviar los indicios criminales hallados sobre personas o en la escena del crimen, conociendo las posibilidades técnicas existentes y, en consecuencia, el valor de cada uno de los indicios.

La escena del crimen es el lugar relacionado con la comisión del delito en alguna de sus fases, y en el que debe haber quedado alguna huella o signo del autor o de algunas de las características del hecho. Esta definición nos indica que no tiene por qué ser única dicha escena.

Se denomina escena del crimen primaria al lugar donde se encuentra el cuerpo del delito (cadáver, víctima viva lesionada, etcétera), ya que suele ser donde se inicia la investigación. Sin embargo, puede haber dos o más escenas del crimen, denominadas escenas secundarias, y suelen estar relacionadas con:

– Lugar desde donde se trasladó el cadáver.

– Lugar donde se produjo el ataque.

– Lugar donde falleció la víctima.

– Lugar donde se descubre cualquier indicio.

– Vehículo usado para transportar el cuerpo.

– Puntos forzados para entrar.

– Ruta de huida.

– Sospechoso (ropa, manos y cuerpo).

– Víctima (viva o muerta, prendas, piel, cavidades), entre otros.

 

Cada una de las escenas debe ser estudiada con la misma disciplina y meticulosidad, recordando que en los espacios físicos debe incluirse la zona circundante, no sólo el lugar donde se encuentran las evidencias. La importancia de la escena del crimen (primaria o secundaria) se debe a que aporta los datos necesarios para iniciar o continuar la investigación por medio de los indicios. Con base en sus características físicas, el indicio se define como «todo lo que el sospechoso deje o se lleve del lugar del delito, o que de alguna manera pueda conectarse con este último».

Para tener la certeza de que los indicios recolectados son los adecuados, es necesario que desde un principio se considere el tipo del delito al que se enfrenta el investigador. Como atinadamente lo señala Bertillon, “sólo se recoge lo que se ve y sólo se ve lo que se tiene en la mente”.

En este sentido, si lo que se encuentra es un supuesto homicidio sin aparente connotación sexual, es importante determinar primero en qué sitio se encuentra el cadáver y si está en un lugar cerrado o abierto, con el propósito de decidir hasta dónde se deben buscar indicios. Además, es menester determinar lo más rápidamente posible el mecanismo de la muerte, ya que lo que se va a buscar es distinto; por ejemplo, si es un arma de fuego o un arma blanca. Aunado a lo anterior, se debe observar con detalle si hay o no desorden en el lugar, y si hay o no datos que sugieran que había alguien más con la víctima antes de su muerte, como son colillas de cigarro, vasos, botellas, latas de cerveza, sillas o sillones en desorden, etcétera.

Una vez conseguidos los indicios biológicos determinantes, se estará en condiciones de obtener un perfil genético. Este perfil debe ser comparado primero para saber si pertenece o no a la victima, y, segundo, en caso de que no sea así, compararlo con los posibles sospechosos.

Es muy importante revisar uno a uno los indicios y su ubicación; hacer un ejercicio mental de lo que pudo haber pasado; crear hipótesis y versiones de los hechos, y, de esta forma, buscar en el indicio biológico respuesta, por medio del ADN. Asimismo, es fundamental determinar cuál o cuáles indicios deben ser comparados primero, evitando pérdida de tiempo y exámenes innecesarios.

II. EL ADN EN LA INVESTIGACIÓN DE LOS DELITOS SEXUALES

En los casos en los que se sospeche la presencia de un delito sexual, la intervención debe ser muy cuidadosa, más si la victima está viva o es menor de edad. Los indicios biológicos son de particular importancia, y por lo general serán los únicos testigos de lo ocurrido. En estos eventos, rara vez se acude al lugar de los hechos, por lo que la recolección de evidencias es por lo común sobre la misma víctima, viva o muerta; esta última, más fácilmente abordable, pero no la más urgente, por lo que se debe planear con cuidado qué muestras tomar.

Nunca se debe olvidar que el estudio del ADN sólo pone de manifiesto los hechos, mas no las circunstancias. En este sentido, la detección de ADN de una persona en el cuerpo de otra, aun cuando se trate del semen de un presunto violador en una cavidad de la supuesta víctima, no significa que esa persona haya cometido una violación, hasta que se haya revisado en forma completa el caso y se analice si realmente fue una violación o una actividad sexual consentida, salvo que se trate de menores de 13 años, que aunque den su consentimiento, se estima esa conducta como delito.

En estos casos, lo más útil es buscar restos de semen, saliva, vello púbico, en cavidades, piel o prendas de la víctima. Es muy importante recordar que lo primero que se debe hacer es dar atención médica; asegurarse de que la víctima se encuentra estable, y posteriormente proceder a la toma de muestras, tanto del supuesto delito como de referencia ósea, muestras de sangre o mucosa oral de la víctima. Tampoco se debe olvidar al o los sospechosos y, si es necesario, revisar el lugar de los hechos. Para la toma de muestras en cavidades, se debe considerar que no hayan pasado más de 72 horas de que se cometió el delito. Sin embargo, si ya ha transcurrido este plazo, las prendas pueden ser útiles, siempre y cuando no hayan sido lavadas.

Para todo lo anterior, es fundamental revisar las declaraciones, con el fin de entender cómo ocurrieron los hechos, y así estar en condiciones de decidir qué prendas tomar en cuenta para la investigación, y que el médico pueda determinar qué cavidades revisar, evitando hacerlo en las que no hayan sido afectadas.

En los casos de violación, generalmente se hace la identificación del agresor a través de la determinación de marcadores genéticos en el ADN de los espermatozoides provenientes de muestras cervicovaginales, tomadas a la víctima. Sin embargo, en muchos casos el agresor no lleva a cabo la eyaculación en la vagina de la víctima, sino en ropa de la misma, o en objetos del entorno. Así, cada vez se considera más importante el análisis genético de otras evidencias en los casos de violación, tales como manchas de diversa naturaleza (seminales, sanguíneas, salivales, etcétera), pelos y preservativo. En estos casos, el ADN que se busca casi siempre es una mezcla de ADN de dos personas, lo que dificulta la identificación del ADN del agresor. Por esta razón, existen métodos llamados extracción diferencial, los cuales separan las células epiteliales de las cavidades de la víctima y las células espermáticas del agresor; así, en última instancia, esta mezcla resulta de suma utilidad para demostrar el vínculo entre ambos.

III. El ADN EN LA IDENTIFICACIÓN DE PERSONAS

La identificación de personas en las ciencias forenses tiene diversas funciones. Se puede utilizar para determinar simplemente una paternidad o maternidad, hasta casos más complejos en los que existen hijos, producto de agresión sexual entre familiares directos, como son los padres o abuelos.

Además de los casos de paternidad en agresiones sexuales, existen  casos en los que algunas personas, ya sea por desequilibrios mentales o hasta el tráfico de menores, quieren hacer pasar a un menor como hijo suyo. También las pruebas de paternidad se usan para identificar a personas adultas en casos de delincuencia organizada y narcotráfico, con posible suplantación de identidad y para identificar al cadáver no nombre.

1. La prueba de paternidad:

Para hacer el estudio del parentesco biológico, se deben tomar muestras de mucosa oral o sangre del hijo alegado, de la madre y del supuesto o supuestos padres,  teniendo cuidado de que las muestras sean consentidas y que haya testigo. Adicionalmente, se deben firmar cadenas de custodia, y ésta deberá mantenerse en todo momento.

2. Identificación del cadáver no nombre

En una gran ciudad, es común que haya personas fallecidas que no se identifiquen inmediatamente, y permanezcan en el anfiteatro en espera de que sus familiares noten su ausencia. Por esta razón, cuando una persona ingresa al anfiteatro del Servicio Médico Forense (SEMEFO) sin ser identificada, se le identifica como “no nombre” o “NN”.

Hasta hace dos años, en el Estado de Nuevo León ingresaban al anfiteatro alrededor de dos mil a dos mil 500 personas fallecidas, de las cuales entre 200 y 250 no eran reclamadas, por lo que eran inhumadas en fosas comunes, en cementerios municipales.

Sin embargo, el cadáver que ingresó como NN puede ser identificado en cualquier momento; sólo basta con que familiares acudan al SEMEFO a buscar a un familiar, para que los que participan en la identificación del cadáver no nombre inicien la búsqueda de su familiar entre estos cadáveres. Esta búsqueda inicia en el SEMEFO; al familiar se le toman datos de la persona desaparecida, su media filiación, estatura, peso, señas particulares; se piden fotografías, datos radiográficos, dentales, prendas, objetos personales, etcétera. Para estas pruebas, se utiliza el programa LOGS*: Proyecto de Búsqueda de Personas. En él se comparan, con los datos de cada uno de los cadáveres ingresados, y en caso de que el desaparecido se encuentre ahí, se le muestra para una identificación directa, cotejándose todos los medios de identificación de los que se disponga; y, en caso de coincidir, se muestra el cadáver, y es el delegado del Ministerio Público quien finalmente determina lo conducente para hacer la identificación final.

Pero no todos los casos son así. Desgraciadamente, cada vez son más los cadáveres que ingresan en estados que impiden esta identificación; ya sea por putrefacción, calcinamiento, osamentas; o, como se difunde en los medios masivos de comunicación nacional, por la crueldad con que se manejan los grupos delictivos, ya que aparecen cadáveres mutilados o destruidos casi totalmente por ácidos o álcalis.

En estos casos, se requiere el estudio del  ADN, el cual se realiza obteniendo muestras de la cavidad oral de los familiares de las personas desaparecidas y, por otro lado, muestras de los cadáveres NN. Según el estado de conservación, estas muestras pueden variar desde sangre, cabellos, tejido, hueso o lo que haya quedado de tejido óseo, si se trata de restos calcinados o destruidos por ácidos o álcalis. Ambos perfiles genéticos, el de los familiares y el de los cadáveres, se ingresan al banco de datos, uno como banco de familiares y otro como banco de cadáveres no nombre. Para hacer esta búsqueda se utiliza el software DNA VIEW, mismo que, al encontrar las coincidencias, termina con el cálculo de probabilidad de parentesco. Una vez finalizado este proceso, el agente del Ministerio Público, apoyándose en todos los estudios realizados al cadáver y en el dictamen de ADN, realiza la identificación.

Se debe tener especial cuidado en la toma consentida y con plena identificación de las personas reclamantes, y en el cadáver hay que tomar la mejor muestra posible, o la que pueda analizarse más rápidamente, y no olvidar la conservación de la cadena de custodia.

IV. LA PROBABILIDAD DE PATERNIDAD

La investigación biológica de la paternidad se basa en que todo el patrimonio biológico presente en un individuo procede en partes iguales de su padre y de su madre, a través de la información genética contenida en los gametos masculino y femenino, respectivamente. Por tanto, la constitución genética (genotipo) de un individuo debe ser explicada en términos de las leyes genéticas de la herencia.

1. Exclusión directa de la paternidad.

La exclusión directa de la paternidad hace referencia a que cuando un niño tiene una información genética que no posee el presunto padre, éste debe ser excluido como padre biológico del niño. Asimismo, se produce la exclusión directa de la paternidad cuando a un individuo homocigoto, para un gen de un locus determinado, se le atribuye la paternidad biológica de un hijo que sea homocigoto para otro alelo del mismo locus.

2. La probabilidad de exclusión a priori:

La probabilidad de exclusión a priori es la probabilidad de demostrar la “no paternidad” de un hombre falsamente implicado en una paternidad biológica, a través del estudio de diversos marcadores genéticos en los tres protagonistas: la madre, el hijo alegado y el supuesto padre. La probabilidad de exclusión a priori de cada marcador depende de sus polimorfismos y de su distribución en la población general.

Cuando el resultado de los análisis realizados nos dice que la probabilidad de exclusión a priori es del 99,9 por ciento, esto significa que si se realizaran mil pruebas de paternidad de falsos padres, en 999 se demostraría la exclusión y solamente en un caso de esos mil el falso padre no sería excluido.

3. No exclusión de la paternidad

La probabilidad de la paternidad debe calcularse cuando, tras realizar los oportunos análisis, no se ha producido la exclusión del presunto padre. Esto sucede cuando todos los marcadores genéticos presentes en el niño están presentes en su madre o en el supuesto padre, lo cual significa que ha podido ser él quien los ha transmitido. La probabilidad de paternidad indicará cuál es la probabilidad de que ese hombre sea realmente el padre del niño.

El cálculo de la probabilidad viene dado por la fórmula:

W = (X / X+Y) .100

X es la probabilidad que tiene el presunto padre de transmitir un marcador genético del que es portador y que está presente en el niño.

Y es la frecuencia con que dicho marcador está en la población general.

El valor obtenido W representa la probabilidad de que el hombre en cuestión sea el verdadero padre del niño.

En temas de paternidad, para los peritos genéticos, los porcentajes de probabilidad se transforman en predicados verbales de Hummel, los que en diversos países se han venido utilizando para explicarles a los jueces lo que significa una probabilidad, y apoyar sus decisiones.

CONCLUSIÓN

Al mismo tiempo que las ciencias evolucionan, las conductas delictivas también se transforman, lo cual representa un reto constante para el mantenimiento de la paz pública en nuestro Estado.

Sin embargo, el uso de los avances científicos ha permitido la mejora continua en la función investigadora de la Procuraduría General de Justicia en el Estado. Como lo expresamos en este breve ensayo, el uso de la genética forense se ha convertido en un aliado fundamental en la persecución de los delitos.

Sólo queda por añadir que es precisamente esta tecnología de punta lo que nos permitirá lograr una reforma sólida y adecuada hacia el nuevo sistema de justicia penal.

 

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