Extractos de champiñones contra el cáncer

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Inspirados en la farmacopea asiática tradicional, investigadores europeos estudian los beneficios de la micoterapia

Sylviane Blum | Le Temps

(Tomado de Courrier International. Traducción de Félix Ramos Gamiño)

champinones

“Desgraciadamente, las virtudes de los champiñones medicinales son poco conocidas en Europa”, déplora Thomas Falzone, presidente de la Sociedad Suiza para los Champiñones Vitales (GFVS). El Viejo Continente descubrió muy pronto las propiedades terapéuticas de estos organismos que, ni plantas ni animales, forman un reino aparte del vivo, pero enseguida los descuidó. Conocimientos provenientes de Asia podrían reabrir, hoy en día, el camino a la utilización medicinal de los champiñones en nuestras latitudes.

“En China, el conocimiento de las virtudes terapéuticas de los champiñones está firmemente arraigada en la cultura”, explica Thomas Falzone. Su utilización se remonta a más de dos milenios. Y, desde hace alrededor de 40 años, científicos de China, de Japón y de Corea del Sur estudian sus propiedades farmacológicas, particularmente en la previsión y tratamiento complementario de la diabetes, así como en el cuadro de tratamientos modernos contra los tumores.

Por ejemplo, el lentinan, sustancia que se obtiene del shiitaké, es uno de los diez medicamentos más utilizados en Japón en las terapias anticancerosas, explica Reinhard Saller, director del Instituto de Medicina Natural, del Hospital Universitario de Zurich, en Suiza. “Estas sustancias sostienen el sistema inmunológico, y pueden, asimismo, prevenir el crecimiento de los tumores y de las metástasis ”, precisa Reinhard Saller. En el cuadro de estudios clínicos, grupos de pacientes que han recibido extractos de champiñones han sobrevivido sin problemas durante más largo tiempo, pues no han sufrido ni recaídas ni metástasis.

Las publicaciones de Estados Unidos y de Europa, que abordan las propiedades de los champiñones se multiplican. Sin embargo, las investigaciones que se les dedican son raras, en comparación con las consagradas a las plantas. Otros expertos destacan las dificultades particulares orientadas a estudiar las propiedades de los champiñones. En efecto, para comprender la manera en que operan las sustancias y los extractos de champiñones, los farmacólogos no pueden utilizar modelos científicos comprobados, explica Reinhard Saller: en la fitofarmacología occidental, por lo general, los investigadores se concentran en una sola sustancia potencialmente activa en una planta, y a menudo no toman muy en cuenta el hecho de que entra en juego una combinación de principios activos. Con los champiñones, el reto es aún mayor: sus macromoléculas bioactivas, los polisacáridos, se comportan, por lo general, de manera más compleja que las de los vegetales.

“Desde el momento en que uno trata de aislar un principio activo de un extracto de cahmpiñón, pierde uno su actividad biológica, confirma Daniel Job, micólogo de la Universidad de Neuchatel, en Suiza. Además, el cultivo de los champiñones y la extracción de sus sustancias activas constituyen actividades delicadas. Daniel Job ha trabajado en este punto durante varios años: “El menor cambio en los métodos utilizados basta para modificar la composición de los extractos y su actividad biológica”.

 

Por estos motivos, en Suiza no ha sido aprobada la venta, como medicamentos, de las preparaciones a partir de champiñones; cuando mucho, se pueden vender como complementos alimenticios. Por lo contrario, en China, en Japón y en Corea del Sur sí se comercializan tales productos farmacéuticos, preparados de conformidad con estrictos protocolos. “Ahí sí se acepta su utilización aún cuando sus principios activos y sus formas de acción no sean identificables de parte de los modelos científicos occidentales”, observa Daniel Job.

Reinhard Saller no prescribe más que preparaciones para las cuales existan suficientes datos científicos reconocidos internacionalmente. Entre éstos, se encuentran el lentinulin (extracto) o el lentinan (sustancia), que provienen del shiitaké, o el ganodermin, que se obtiene del ganoderme brillante (ling zhi en chino, reishi en japonés). Sin embargo, Saller subraya que, aun cuando estas preparaciones no son más que complementos alimenticios, es imperativo discutir su utilización con un oncólogo, y reconoce que resulta difícil aconsejar de manera acertada a los pacientes.

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