Salvador para unos, Asesino para otros: Jack Kevorkian

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Cinthya Araiza

Todo ser humano tiene derechos humanos básicos; derecho a la vida, derecho a la libre expresión, derecho a la libre elección, etc. Esto significa- teóricamente- que somos dueños de nuestras vidas; decidir qué hacer con nuestra vida ó con nuestro cuerpo depende de nosotros y de nadie más. Sin embargo, debemos adaptarnos a una sociedad pues vivimos en un mundo lleno de regulaciones, leyes y valores que nos han sido inculcados desde pequeños…Instituciones como la Iglesia católica y el derecho internacional (tanto público como privado), en la mayoría de los países del mundo, prohíben a toda costa la práctica de la eutanasia.

La eutanasia ó suicidio asistido (nombre que se le ha impuesto) van en contra de la moral, de todo valor social y de la ética médica. Ningún médico de profesión podría asistir la muerte de su paciente (por más que éste se encuentre en un estado de agonía constante) a menos que quisiera ser considerado un asesino, por el contrario, su ética médica dicta que debe salvar la vida de su paciente a toda costa; de valerse de todo tratamiento, instrumento y medicamento para evitar su muerte -aun y cuando irónicamente se trate de un paciente terminal.  Esto es casi un hecho en todos los casos, excepto en uno…

En los Estados Unidos, existió un hombre que se atrevió a desafiar a la ley y a la moral; un médico que decía compadecerse de sus pacientes cuando éstos le pedían que acabaran con sus vidas, que ya no podrían soportar un día más del sufrimiento que sus enfermedades les traía. El Dr. Jack Kevorkian ó Dr. Muerte como lo apodaron, comenzó formalmente su oficio de verdugo con un aviso publicitario en donde se presentaba como «médico asesor de enfermos desahuciados que deseen morir con dignidad». Para Kervorkian quien tenía extrañas aficiones desde joven, la muerte fue siempre el motivo y tema central de sus investigaciones y lo manifestaba en sus pinturas y en sus actitudes tan extrañas para muchos; consideraba que los pacientes desahuciados tenían el derecho de decidir si querían seguir agonizando ó tener una muerte digna y sin dolor. El aparato creado por él mismo –el Thanatron– se convirtió en su principal aliado, ya que se trataba de la máquina de la muerte, en dónde depositaba las sustancias letales (monóxido de carbono, bipneal, cloruro de potasio)  con las que daba a sus pacientes moribundos una muerte segura, rápida y sin dolor, además este sistema contaba con unas cuerdas para que los pacientes lo activaran por sí mismos, que fuera la elección del mismo paciente, ya que lo ilegal era que él lo activara. Decenas de personas acudieron voluntariamente a Kevorkian, la mayoría acompañados de sus familiares y en medio de crisis emocionales, para terminar con sus supuestos males – y digo supuestos- pues el polémico  Kevorkian no verificaba si realmente se trataba de enfermos terminales. El Dr. Muerte fue llamado en tres ocasiones a los tribunales estadounidenses presentándose como un simple visionario humanista que sólo cumplía los deseos de aquellos que sufrían y que sus intenciones nunca fueron de un asesino. Se decía partidario de los derechos humanos y defensor de la vida. Sin embargo, diversos grupos y organizaciones determinaban lo contrario, al igual que el jurado de Oakland en Michigan que finalmente lo condenó a una pena de 10 a 25 años en prisión después de exhibir por televisión la muerte de uno de sus pacientes quien sufría del mal de Lou Gherig.

Para Jack Kevorkian el dejar a una persona conectada en estado vegetativo, ó esperar a que una enfermedad degenerativa acabara lentamente con la vida de una persona, era como dejarla morir a de hambre y sed, lenta y dolorosamente, tanto para quien sufría de la enfermedad como para los familiares; él prefería la muerte rápida e indolora, tal y como se lo ofrecía a sus pacientes, pues lo único que según él deseaba, era que cesase el dolor y el sufrimiento.

La eutanasia ha siempre ha sido un tema controversial. Los debates jamás llegan a una respuesta ó solución. Las opiniones y puntos de vista son miles y varían dependiendo de cada caso. Durante el juicio de Kevorkian, se realizaron encuestas para saber qué opinaba la gente acerca de la profesión del famoso Dr. Muerte y respuestas como éstas no se hicieron esperar:

“Si mi abuela estuviera agonizando y me pidiera como último regalo que le ayudara a tener una muerte digna, lo haría, llamaría al Dr. Muerte” … “Es un asesino, nadie puede jugar a ser Dios”…

 

 

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