
MEC Gisela Aguilar Martínez
Estudios recientes indican que la transexualidad podría tener una base biológica. Los resultados han arrojado que existen diferencias significativas entre hombres y mujeres en la microestructura de las conexiones cerebrales, y que estas conexiones en personas transexuales estarían en una posición intermedia entre ambos sexos.
Así mismo, determina que existe una relación potente entre redes neuronales y niveles, por ejemplo, de testosterona, lo que indicaría, que la identidad sexual se refleja en las redes neuronales y que éstas son moduladas por las hormonas sexuales.
Actualmente, los niños transgénero enfrentan diferentes retos, como el descubrirse a sí mismos, que sus padres se den cuenta y les brinden apoyo. El reconocimiento propio de la identidad de género se desarrolla con el tiempo, de manera muy similar al desarrollo físico del pequeño.
Es normal que los niños quieran a veces vestirse con ropas distintas o jugar con juguetes que no son propios de su género. Sin embargo, en el caso de los niños transgénero, se trata de conductas a repetición, que comienzan a preocupar a los padres, porque están completamente fuera de los parámetros considerados normales.

En algunos niños, la correspondencia entre el género asignado y la identidad de género no está tan clara, debido a estas conexiones cerebrales anteriormente mencionadas, pero las investigaciones sugieren que quienes confirman una identidad de género diversa conocen su género de manera tan clara y sistemática como sus pares en la misma etapa del desarrollo.
Si esta realidad no se detecta temprano, la etapa de la pubertad puede ser muy complicada, ya que los niños comienzan a rechazar los cambios en su cuerpo.
Entiéndase por término transgénero como aquellas personas que no se sienten cómodas con la identidad de género que tienen por nacimiento. Por eso, uno de los signos más comunes de este «desorden» es cuando un niño asegura que es niña, o viceversa.
Los expertos indican que ya no se considera la Transexualidad como un trastorno, al igual que sucediera con la Homosexualidad allá por los años 70. Lo que sí se contempla es la Disforia de Género, cuando hay malestar y angustia por no identificarse con su género masculino o femenino asignado.
Se tiene la historia de Thomas Lobel, quien cuando tenía apenas 3 años le dijo a sus padres «yo soy una niña». El peleaba furiosamente cuando lo vestían con ropa de varón, sorprendiendo a sus padres, quienes buscaron ayuda profesional. Actualmente, a sus 11 años, Tammy usa vestidos y ha comenzado a vivir como niña.
Los juegos en la niñez temprana no conocen de género, pero éstos, con el tiempo, van definiendo una tendencia hacia lo masculino o lo femenino. Los niños que no están cómodos con su género suelen elegir casi siempre los juegos del sexo opuesto: niños con muñecas y niñas con autitos.
El niño con desorden de identidad de género no suele adaptarse en grandes grupos, especialmente con amigos de su propio sexo. Sus padres comienzan a observar que se aísla y pasa más tiempo solo que acompañado.
Por ejemplo, una niña puede amar el fútbol, pero algo no anda bien si sólo se apasiona con ese deporte, y no muestra ningún interés por actividades «de nenas». El niño transgénero se siente cómodo con amigos del género con el que está más identificado.
Los padres también comienzan a preocuparse porque su niño siempre hace referencia a que es algo que no es. «Soy niña», en boca de un niño, o «soy niño» en el caso de una niña, dicho a repetición es una señal de alarma.
Los especialistas sugieren adoptar un enfoque de «afirmación de género» que no juzgue y ayude a los niños a sentirse seguros en una sociedad que tiende a marginar o señalar a los que se ven diferentes. Esto fortalecerá el lazo familiar y permitirá a los niños y adolescentes construcción de relaciones y desarrollarse de forma plena.

