
MEC. Gisela Aguilar Martínez.
La pandemia por covid-19 que inicio a finales del 2019, trajo una serie de medidas sanitarias para evitar que los contagios aumentarán, aunque cada país fue diferente en cuanto a las medidas implementadas, el uso del cubrebocas se volvió una medida casi obligatoria a nivel mundial.
En México la medida de usar cubrebocas fue obligatoria en cualquier espacio cerrado y abierto en el que se tuviera contacto con más personas. Esta medida fue implementada hace dos años y a partir de 2022 algunos estados de la República han comenzado a plantearse la necesidad de continuar con esta medida.
Algunos estados de México anunciaron de manera oficial que no es obligatorio seguir usando cubrebocas en espacios abiertos, gracias al avance de personas vacunadas contra el covid-19. Cabe mencionar que para muchas personas este anuncio es una gran noticia, parece que para otros no lo es.
La misma costumbre está haciendo que el dejar de usar cubrebocas se convierte en un conflicto sobre todo para jóvenes que presentan “el síndrome de cara vacía”.

Lo especialistas han estado reportando esta que se caracteriza por una sensación de inseguridad en las personas al dejar su rostro al descubierto. El miedo de las personas de mostrar su rostro a los demás y de volver a contagiarse es lo que ha provocado que este síndrome cada vez afecte a más jóvenes.
El síndrome de la cara vacía podría llegar a ser una fobia que dará la sensación de inseguridad que se genera en la persona al dejar al descubierto la cara, en este caso, por la retirada de las mascarillas.
La mejor forma de ayudar a una persona a superar este problema es dejando que con el tiempo pueda recuperar la confianza de estar frente a más personas sin una mascarilla que cubra la mitad de su rostro.
El hecho de dejar el cubrebocas puede parecer una gran felicidad en muchas personas, a otras dar este paso de vuelta a la normalidad les puede suponer un problema e, incluso, causar ansiedad, sobre todo, a ciertos grupos como los adolescentes, a los que el cubrebocas les había aportado cierta seguridad y que podrían experimentar el síndrome de la cara vacía.

El hecho de afectar a adolescentes,es porque los jóvenes están en una etapa de la vida de crecimiento personal y físico, aspecto en el que sufren muchos cambios. Así, la mascarilla durante estos dos años les ha servido de escudo protector con el que han ocultado el acné, el vello en la cara o los ‘brackets’. No obstante, el “síndrome de la cara vacia” no es algo solo de jóvenes, sino que los adultos también podrían sufrir el síndrome de la cara vacía, tras haber ganado seguridad por llevar la mascarilla.
Por ello, lo mejor para que estas personas puedan superar el síndrome de la cara vacía y vuelvan a la normalidad es no forzarles y que ellos mismos vayan dándose sus tiempos para que comprueben por sí mismos que estén o no con la mascarilla van a ser aceptados.
Dejar el cubre bocas, será positivo ya que recolocara todos los pensamientos irracionales que se generan en la mente, como pensar que la mascarilla es un obstáculo, puesto que de la misma manera que protege también es un elemento que separa de las personas, ya que ver el rostro de las personas es algo que ayuda a regular las emociones.
