Por una educación que reduzca la pobreza

Spread the love

Por Omar Suro

México atraviesa por una de las crisis educativas más fuertes en su historia reciente. A principios del siglo pasado, las condiciones de la educación reflejaban la situación de marginación, pobreza y olvido en que vivía buena parte de la sociedad mexicana, más acentuado este fenómeno en el campo. Apenas el 10% de la población era alfabeta y solo un 15 % en edad escolar acudía a la escuela. Estos elementos fueron revirtiéndose poco a poco y hoy en día solo el 6% de los niños con edad escolar están al margen del sistema educativo formal, sin embargo, esta cifra a la larga se ha acumulado a tal medida que en México 30 millones de personas mayores de 14 años no saben leer ni escribir, ocasionando un nivel de vulnerabilidad en otros órdenes de la vida.

El saldo no es nada halagador y más aun cuando se vuelve complejo que una persona quien abandonó sus estudios o no acudió en su momento a la escuela, a la postre regrese. Las políticas educativas no han cumplido con el imperativo de dar educación a todos, aun y cuando como derecho constitucional esta inscrito y ha sido bandera de lucha en muchos frentes, ello no refleja una realidad que poco a poco resulta factor determinante en el desarrollo nacional.

El vínculo educación empleo es claro. Aspirar a empleos bien remunerados depende en gran medida de las capacidades y/o competencias que el individuo logre evidenciar. La globalización de los mercados pone de manifiesto una feroz competencia por atraer inversiones extrajeras y nacional y por generar el soporte necesario para fortalecer la planta productiva, pero una de las muchas exigencia es la disponibilidad de mano de obra calificada.

El vínculo educación, empleo y pobreza supone un escenario aun más complejo. La pobreza tiene un factor de reproducción natural que la hace un fenómeno cuyo control es impreciso. Desde la definición misma del término, hasta sus mediciones e impactos, resulta un desafío para la sociedad y los gobiernos. Resulta evidente que los efectos de la pobreza inciden de una manera más determinante en ciertos grupos o segmentos de la sociedad cuya vulnerabilidad es más latente. Entre estos segmentos se encuentran las mujeres.

Ello ha derivado en la puesta en marcha de políticas sociales y educativas que buscan una mayor incidencia en el género femenino. Las niñas que concluyen su formación secundaria y continúan sus estudios, los niveles de expectativas y desarrollo se incrementan, retrasando su reproducción. Por otro lado las niñas que no concluyen su formación básica la comienzan a edad más temprana, teniendo en promedio el doble de hijos de aquellas mujeres que lograron terminar su educación media básica, incrementándose la brecha en la medida en que la mujer aspira a continuar con sus estudios.

La fórmula de actuación a simple vista parece sencilla, sin embargo, en medio del diseño de políticas destinadas a este amplio segmento poblacional, están cuestiones culturales, costumbres y tradiciones que pueden obstaculizar su éxito, aunado a la poca efectividad de la acción pública para dar seguimiento y evaluar de forma oportuna este tipo de estrategias.

Urgen políticas educativas de incorporación y permanencia en el ámbito educativo básico a nivel nacional. Orientar los recursos hacia aquellos sectores de la población cuya vulnerabilidad las haga susceptibles de abandonar sus estudios y por ende desterrar sus expectativas, generando con ello que contribuyan a esa reproducción del fenómeno de la pobreza.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Back To Top