
Ismael Vidales Delgado
Hilda Krüger fue una chica alemana muy bella que quiso ser actriz, llegó a Hollywood y su belleza sedujo a los magnates J. Paul Getty y Gert von Gontard, no ganó dinero ni fama como actriz, pero como amante le fue muy bien. Años más tarde se trasladó a México, pero como espía, Joseph Goebbels, el artífice de la propaganda de Adolfo Hitler, le encomendó la ultra secreta “Operación Barbarroja”, cuyo objetivo era invadir a la Unión Soviética, pero surtiendo combustible mexicano.
El historiador mexicano Juan Alberto Cedillo publicó “Hilda Krüger. Vida y obra de una espía nazi en México” (Editorial Debate) en la que cuenta que la hermosa rubia platino realmente estaba dispuesta a todo. Pronto se relacionó nada más y nada menos que con la crema y nata de la intelectualidad mexicana: Salvador Novo, Alfonso Reyes y José Clemente Orozco, entre otros, compartieron reuniones con ella y la motivaron a escribir sobre La Malinche y Sor Juana Inés de la Cruz. Hilda, estaba totalmente involucrada en el Tercer Reich. Como espía no tuvo reparos en usar su cama o lo que fuera para obtener su mercancía.
Krüger no tuvo problema para infiltrarse en los altos círculos políticos mexicanos. De inicio estableció relación con el secretario de Gobernación, Miguel Alemán, y con el subsecretario de Hacienda, Ramón Beteta. Ella fue pieza fundamental del espionaje y las actividades de los alemanes en nuestro país. Sin embargo, los espías estadounidenses pronto descubrieron la influencia de la ojiazul sobre Miguel Alemán y en marzo de 1942 ordenaron su detención, pero gracias a su relación con Alemán, no tardó en ser liberada.
Para evitar su expulsión del país, se arregló la boda con el nieto de Porfirio Díaz, Nacho de la Torre a quien pronto abandonó para casarse con el cubano Julio Lobo Olavarría, “el Rey del azúcar”. Alemán la ayudó a regresar al cine. Krüger asistió a la Facultad de Filosofía de la UNAM. Conoció a Edmundo O’Gorman y a Mario Moreno “Cantinflas”, y se involucró en redes de tráfico de arte.
La relación entre Krüger y Alemán fue profunda. Él la visitaba casi todos los días. Le consiguió un departamento en la Colonia Juárez, en la calle Dinamarca 42, de modo que la tenía cerca de la Secretaría de Gobernación. Pagaba sus cuentas, se iban a Toluca… Los informes de inteligencia localizados en Estados Unidos ubican a Miguel Alemán llegando casi todos los días a las once de la noche a la calle Dinamarca y saliendo a las cuatro de la madrugada.
Abandonó a Nacho y a México en 1958 intentando triunfar como actriz en Suiza, pero fracasó. Volvió a México, vivió como pudo en España y en Nueva York. No hay muchos datos precisos de los años posteriores, al menos hasta el 8 de mayo de 1991, cuando muere en Baviera.
