Los títeres

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Por Ismael Vidales Delgado

Desde tiempo inmemorial los títeres han divertido a los niños y también a los grandes, pues según cuenta la historia antigua, Hernán Cortés, en su viaje a las Hibueras (hoy Honduras) se hizo acompañar de «uno que jugaba de manos y hacía títeres.»

La primera empresa de títeres se remonta a 1835 en Huamantla, Tlaxcala donde los hermanos Aranda (María de la Luz, Hermenegildo, Buenaventura y Julián) tuvieron un teatro de títeres creados por ellos mismos con cabeza de barro y cuerpo de trapo, movidos por unos alambres, hasta que un emigrante italiano de nombre Margarito Aquino llegó a Huamantla y les enseñó a sustituir el barro por la madera y los alambres por hilos que facilitaban el manejo.

Según relata don Guillermo Prieto en su obra «Memorias de mis tiempos» la familia Aranda se radicó en San Agustín de las Cuevas, hoy Tlalpan y allí María de la Luz se casó con Antonio Rosete fundando así en 1850 la «Empresa Nacional Mexicana de Autómatas, Hermanos Rosete-Aranda».

Entre los sainetes cómicos que tenía montados la compañía Rosete-Aranda, estaban varios de corte político, en el que un títere llamado Vale Coyote, recitaba el siguiente parlamento: «Republicanos y a todo el Estado. Tomo la trifulca de la palabra pa decirles: era la noche del quince y del dieciséis de septiembre de mil ochocientos diez litros de aguardiente, cuando estaba don Ablasolo en el traspatio con los demás generales; entonces llegó el mero mero ganadero, ese viejito cabeza blanca, y les dijo: levántense jijos del maiz, que ha llegado la hora de los cocolazos; gritemos con la fuerza de nuestros pulmones: Viva la República Mexicana!…

Los presidentes Antonio López de Santa Anna y Benito Juárez, fueron asiduos asistentes a las funciones de la empresa Rosete-Aranda, incluso el 15 de septiembre de 1891 esta empresa se instaló en el Castillo de Chapultepec para representar el Grito de la Independencia ante don Porfirio Díaz.

Escritores como Manuel Gutiérrez Nájera e Ignacio Ramírez alabaron el trabajo de esta famosa compañía de títeres, que además se presentaba en el Teatro Abreu con llenos completos, que les valieron elogios de Ignacio Manuel Altamirano.

Los diálogos usados por los autómatas de Rosete-Aranda inspiraron muchas canciones como «Las coplas de don Simón», «Discurso del Vale Coyote», «El proceso de un borrachito en la comisaría» entre otros. En 1909 murió Leandro Rosete y poco después Tomás, la viuda María de la Luz no pudo administrar la empresa y sumados estos fallecimientos al estallido de la Revolución, ocasionaron el declive de la empresa Rosete-Aranda que fue vendida a Carlos V. Espinal, experto en negocios, pagó 7 mil pesos por libretos y títeres, y le dio un segundo aire a la empresa.

Hacia 1943 fortalecida la empresa Rosete-Aranda cambió de nombre denominándose «Teatro Carpa Rosete Aranda, Empresa Carlos V. Espinal e Hijos». El éxito volvió, y llegaron a presentar óperas como “Madame Buterflay” y “El barbero de Sevilla”. Viajaban en tren y luego compraron un camión grande para recorrer todo el país. En 1952 llegaron a tener su propio programa de televisión que pasaba por XHTV Canal 4 y operaba su propia estación de radio «XERA Radio Titirilandia».

Al morir Carlos V. Espinal en 1961, la compañía despareció. En 1970 en Instituto Nacional de Bellas Artes compró en La Lagunilla 565 títeres y 14 libretos, luego compraron más y rebasan los mil. Otra importante parte de aquel acervo está en el «Museo Rafael Coronel» de Zacatecas y en el Museo Nacional del Títere de Huamantla.

Con este comentario quiero hacer un reconocimiento muy especial a Elvia Mante y César Tavera fundadores de Baúl Teatro A. C. y también quiero recordar al mago VEN CAN-Ventura Cantú y su muñeco Don Canuto, que le rajaba la cara a cualquiera.

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