Gabriel Contreras
En estos días parecieran estar de moda las series, que vienen a ser algo así como una nueva expresión de la telenovela.
Una de esas series, que jamás he visto, trata de sucesos extraños, misteriosos. Está bien, porque eso siempre atrae público, y el éxito de una serie está muy ligado a su gran difusión.
Pues bien, quisiera señalar aquí un suceso misterioso, que he atestiguado en innumerables ocasiones, y que por supuesto no podría ser abordado por la ciencia o por la tele, ya que nadie pagaría por saber qué se esconde detrás de ese misterio.
Ese misterio es… ¿por qué los gatos siempre se meten a las cajas?
Es algo que ocurre llueva o truene. Siempre que los gatos ven una caja, se meten en ella. Si es chica, grande, está rota, podrida, nueva, reluciente, no importa, nada importa, sólo la caja y su espacio. Simplemente, los gatos se van a meter en ella, siempre.
Nadie puede evitar esa atracción, ese vínculo espiritual entre los gatos y las cajas.
Plantearé ahora un dato interesante: los perros no lo hacen. A los perros no les interesa meterse en las cajas, solo oler los pies de la gente, pero ese es otro tema, igual de importante. Pueden hacerlo, sí, meterse en alguna caja, un perro, sí, ocasionalmente. Pero, digamos que ellos, los perros, no están fascinados por hacerlo. Tampoco los murciélagos, y mucho menos los tejones.
Los gatos lo hacen. Ok. Siempre lo hacen. Ok. Tan pronto aparece una caja, va el gato y se mete en ella de pronto.
¿De dónde proviene esa fascinación?

