La vida como un extraño bucle de información biológica y social memética

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Rodrigo Soto Moreno

Cuando tenía 5 años, similar a la edad de mis genes egoístas, recuerdo ir caminando por las piedras del patio de la casa de mi bisabuela Ena y de mi tía abuela Yoyi, en la ciudad de Coatepec, cuando tuve la percepción de mi persona, y de mi mente atrapada dentro de un recipiente llamado cuerpo.

Lo anterior no es solamente un grato recuerdo de excelentes tiempos en compañía de algunas de las mujeres que más me han querido en la vida, y otras que me siguen queriendo, son mi Mamá Male, mi abuela Ena, mi hermana Ena y mi hija Ena; sino que también esto representa el magnífico momento en que hacemos autoreferencia de nosotros, traducido en términos simples: es cuando nos damos cuenta de nuestra existencia o cuando curiosamente nos referimos al momento en que tenemos uso de razón.

Hurgando en este sentido he meditado, no solamente desde la perspectiva filosófica, sino matemática, física, química, biológica y computacional, para aseverar que la vida es un conjunto de iteraciones, sin la necesidad de un diseñador inteligente, similar a un bucle de programación que se repite constantemente sometido a la presión evolutiva, hasta el punto en que se origine un punto de inflexión, en donde puede suceder lo siguiente:

  1. Existe un error
  2. Algún organismo en el sistema despierta y muta

En el caso del error, el mismo es detectado, corregido, desechado y se da pie a continuar el ciclo de operación biológica ligado a la física, química y a las matemáticas, sometiéndose a las nuevas iteraciones y por supuesto a la presión evolutiva. Para el caso del organismo que despierta, es la misma resiliencia de sobrevivencia la que quiere imponerse a la presión evolutiva y por ello existe una mutación que destaca entre el cúmulo de seres similares, manteniéndose y replicando esos genes exitosos.

Imaginemos entonces el inicio del cosmos en una singularidad, similar al crecimiento de una semilla de un árbol, como esa partícula con bucles de información precargados que van iterando y creando el tronco, las ramas, raíces y hojas para ir obteniendo nutrientes de la tierra, del agua y del sol; repitiéndose ese proceso hasta que el organismo decae y muere, no sin antes enviar su código genético para reproducirse y formar un nuevo producto, y así sucesivamente. Similar a lo que podríamos decir, parafraseando al gran Nietzsche, es el eterno retorno de lo no idéntico.

Es decir hablamos de los patrones de iteración, de corrección de errores y de mutaciones se encuentran presentes en todos los seres vivos, en la maravillosa ingeniería biológica de la naturaleza y se manifiestan en las adaptaciones evolutivas que constantemente sorprenden a la mente de los científicos.

En este tenor viene a mi mente el artículo titulado: “If a fish grows up on land, will it learn to walk?, escrito por Loren Grush y publicado en Popular Science, donde realizaron un experimento con el pez polypterus senegalus, con la idea de replicar lo que sucedió hace aproximadamente 400 millones de años antes, como lo explica Grush, en el momento en que los peces ancestrales, después de millones de iteraciones, uno de los peces despertó de sus bucles repetitivos de información y sometido a la presión evolutiva mutó al moverse del agua a la tierra, para posteriormente evolucionar en anfibios, reptiles, aves, primates y derivar en el Sapiens que vemos en el espejo todas las mañanas.

El resultado de este experimento fue que el equipo de investigadores de la Universidad McGill de Canadá, liderados por Emily Standen, quienes criaron a 111 peces juveniles polypterus senegalus para que se adaptaran a caminar en tierra, versus el grupo de control de los mismos peces que se mantuvieron en agua. En síntesis el grupo experimental comenzó a utilizar sus aletas más cerca de su cuerpo para caminar mejor e incluso levantaban su cabeza más alto que su contraparte del grupo de control mantenido en el agua. Incluso, como lo remarca Grush, los esqueletos de los peces experimentales cambiaron también similar a lo sucedido en registro fósil, sugiriendo que esto ayudaba a propiciar el andar en tierra.

Aquí el video de Nature con la explicación adecuada:

Claro cabe señalar que los peces utilizados para el estudio cuentan con pulmones primitivos que les permite respirar fuera del agua. Aquí podemos observar los primeros pasos iterativos, corrigiendo errores y mutando, alentados por la presión evolutiva.

Con lo anterior quiero resaltar la importancia de las iteraciones en los bucles de información biológicos ligados a la física, química y matemáticas, donde los errores se corrigen, así como surgen mutaciones de los organismos que despiertan al ser sometidos a la presión evolutiva. Sin olvidar un elemento clave en esto, para nosotros los Sapiens, me refiero a los memes de Richard Dawkins.

Parafraseando a Douglas Hofstadter, nosotros los Sapiens somos un bucle extraño de información genética, sometidos también a la presión de la evolución y ligados a las interacciones con los memes sociales que se van impregnando en la cultura de las diversas poblaciones humanas. Con una gran capacidad creativa y de inteligencia para resolver problemas bajo la administración de recursos escasos mediante la programación lineal y la teoría de juegos, suponiendo un premio a aquellos quienes cooperen y un castigo a los polizontes que no se integran al beneficio grupal.

Pero ahora algunos Sapiens han despertado, dentro de sus múltiples iteraciones en sus bucles de información, decidiendo incorporar otra variable a la ecuación de la evolución, aquella de la inteligencia artificial quien presupone convertirse en un parteaguas en la evolución de nuestra especie y encaminarnos a nuevas conquistas, no solo en el planeta, sino en diferentes confines del universo.

Estos nuevos pasos evolutivos irán acompañados de nuevos bucles de información biológicos, pero ahora ligados a los de la información de los bits y bytes informáticos, así como a nuestra plasticidad de adaptación ante las adversidades o la propia presión evolutiva.

En síntesis somos el producto de un proceso iterativo, donde hemos corregido y desechado los errores en nuestra programación genética, siguiendo los planteamientos que nos hace la propia evolución de Darwin, en donde también algunos Sapiens despiertos de sus bucles extraños, se han planteado la posibilidad de esa nueva evolución donde el ser humano pierda protagonismo y se dé prioridad al libre juego de bits y bytes de información ligados al diseño simbiótico de la ingeniería biológica y la de la inteligencia artificial.

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