Por Ismael Vidales Delgado
Miguel F. Martínez es el primer BENEMÉRITO DE LA EDUCACIÓN en Nuevo León, por Decreto No. 56 de la XXXVII Legislatura, publicado en el Periódico Oficial el día 20 de mayo de 1918 siendo gobernador del Estado don Nicéforo Zambrano.
Hay varias biografías suyas, pero la mejor es la que él mismo escribió a mano en cinco cuadernos, con el título “Memorias de mi vida”, una obra que según dice en la primera página fue escrita «para los suyos exclusivamente». Sin embargo, gracias a la generosidad de sus familiares esta obra pudo ser editada en septiembre de 1997 por la Secretaría de Educación del Estado, el Fondo Editorial Nuevo León y la Benemérita y Centenaria Normal “Miguel F. Martínez”, con un hermoso prólogo del maestro Alfonso Rangel Guerra. La presentación se realizó en el Palacio de Gobierno.
Don Miguel empezó a escribir estas Memorias, el 5 de julio de 1910 y las concluyó el 23 de enero de 1919. Once días después, el 3 de febrero, falleció este gran hombre, bueno y generoso, de conciencia limpia y voluntad de servicio inquebrantable; de origen humilde, criado en la estrechez de la pobreza cumplió importantes tareas educativas en la ciudad, el Estado y el país.
De su niñez, recuerda a su profesor Fernando Guerra, posteriormente subalterno suyo, de quien escribe: “Este era un hombre cruel que golpeaba a sus alumnos y que llegó a darle de patadas a uno porque se resistió a recibir los palmetazos. ¡Qué impresión tan desagradable me causó aquel atropello y qué triste papel vi que hacía aquel maestro, desfigurado por la ira y loco de rabia!” Esta imagen lo acompañó toda su vida, en sus Memorias escribió: En mi práctica de maestro, siempre que algún niño me hacía impacientarme, me venía el recuerdo de aquel cuadro y me contenía para no incurrir yo en la falta que cometió aquel maestro.
Don Miguel, estudió topografía desde 1868 hasta el 31 de octubre de 1871 fecha en la que obtuvo el título de ingeniero y ese mismo año se inició como maestro. Estuvo en el ejército como teniente de ingenieros; y aprendió música para formar una orquesta. Fue regidor suplente, miembro de la Comisión de Instrucción Primaria, diputado suplente, miembro de la Biblioteca Pública de Monterrey, miembro y directivo de asociaciones y sociedades culturales y literarias. Él trazó la placita Hidalgo que está atrás del antiguo Palacio Municipal, hoy Museo Metropolitano.
Cuando inició el magisterio tenía 19 años y los hizo dirigiendo una escuela en sustitución de don Serafín Peña. De esta experiencia cuenta que recibió la visita del Regidor del Ayuntamiento, a quien le molestó que estuviera enseñando Geometría y Geografía, exigiéndole que se limitara a enseñar a sus alumnos a leer, escribir y practicar las cuatro operaciones de aritmética. Esto porque según el regidor, “despertaba en los niños pobres el deseo de ilustrarse”, cosa que los desviaba de su destino de hombres de trabajo y,… “no faltaba más, -añadió el Regidor-, que dentro de algunos años tenga yo que llamar “compañero” (él era doctor de medicina) al hijo de mi zapatero.”
Don Miguel había cobrado buena fama nacional por su participación inteligente y propositiva en los Congresos celebrados en 1890 y 1891 por lo que don Justo Sierra lo invitó a colaborar en la capital, tarea que cumplió desde el 3 de julio de 1901 hasta el mes de octubre de 1915. De regreso a Monterrey, el gobernador Pablo A. de la Garza lo nombró director de las escuelas normales.
De los cinco cuadernos que integran sus Memorias, el número 5 lo dedica don Miguel a su esposa que falleció el 23 de octubre de 1918, don Miguel sobrevivió a su esposa apenas tres meses y once días; al morir tenía 68 años y siete meses. En sus Memorias escribió “…Nací el viernes 5 de julio de 1850, a la una de la mañana, en una vivienda de una sola y pequeña pieza… mis padres fueron don Antonio Martínez Romero, pintor de edificios, y la señora Francisca Pérez Montalvo…”
Así de humilde, así de sencillo, así de grande fue don Miguel F. Martínez, primer Benemérito de la Educación de Nuevo León.

