Indira Kempis
No había escuchado de él hasta en la comida de hoy. Mi interlocutor se remonta a los años 80 y no pude dejar a un lado su expresión de admiración ante un hombre que cambió el urbanismo en América Latina. Tres veces alcalde, en una de esas veces sin tiempo para su campaña electoral, este arquitecto, urbanista y político tuvo la sensibilidad y el poder para cambiar Curitiba, Brasil. Eso es lo que encuentro en mi primera búsqueda para investigar más sobre Jaime Lerner.
Acreedor de diferentes premios y condecoraciones internacionales como World Technology Award for Transportation (Premio mundial de tecnología para el transporte); y en 2002 el Premio Sir Robert Mathew por mejorar la calidad de los asentamientos humanos, así como los recibidos por Naciones Unidas y UNICEF según datos de Wikipedia.
Lerner comprendió, avanzado en su época como suelen ser los genios de las soluciones sociales integrales y humanistas, que la infraestructura es determinante para el comportamiento de los habitantes, así como la importancia de abrir espacios móviles de capacitación, educación y cultura para los más vulnerables.
Con Jaime Lerner, la escala humana cobró sentido al entender a la ciudad como un todo sin aislar a sus más estructurales componentes: habitación, movilidad, espacio público. Pero algo que todavía va más allá de la visión urbanista. La relación que tiene la urbe con los problemas y la solución de ciudad. Esto quiere decir hablar en términos de la equidad del espacio tanto como su desigualdad. Fue el primero en llevar, por ejemplo, cursos de capacitación a las zonas más marginadas para brindar oportunidad de aprender oficios sin necesidad de traslados.
Además, es creador de lo que él denomina acupuntura urbana. De acuerdo con una entrevista que le hicieron para el periódico El País: «Una ciudad puede cambiar en dos años, no importa la escala ni los recursos financieros. Sin interferir en la planificación general se pueden realizar actuaciones rápidas de mejora en puntos concretos, es lo que yo denomino «acupuntura urbana». Esa es una de las claves que sin duda pueden fortalecer a la urbe en proyectos relacionados con la educación, la cultura, el arte y la salud.
¿Qué necesitamos para tener una ciudad que aporte soluciones? Ir a esos puntos, considerar que en las ciudades viven seres humanos, que es importante moverse y para ello deben existir diferentes tipos de movilidad, que debemos tener y usar espacios públicos. Insistir en una planeación urbana participativa que pueda elaborar diagnósticos contundentes. Pero más allá, Jaime Lerner nos enseña como urbanista que hay que aprender a encontrarnos en la ciudad. Ésta como nodo de nuestra más profunda humanidad.