Ismael Vidales Delgado
Me llamo Edna y tengo 15 años. Me encanta bailar y conocer otras personas. Hoy festejo mi cumpleaños y pienso pasármela de lo lindo, quizá me acompañe mi novio, supongo que igual que siempre él se sentará en la barra del antro a donde lleguemos y empezará a tomar como loco mientas mis amigos y yo nos reventamos rico en la pista bailando. Quizá me logre ligar a un niño lindo para así poder cambiar de modelo pues la verdad el que tengo ya no me late para nada…
Diez años después…
¿Me recuerdan? Soy Edna la chica que hace 10 años festejé mi cumpleaños número 15 con un súper reventón y que por desgracia solo logré arruinar mi vida. Y el motivo por el cual quiero compartir esto con ustedes es porque creo que mi experiencia los puede ayudar de mucho a poner los pies más firmes sobre la tierra.
El día que llegamos al antro mi galán se quedo en la barra tomando con unos amigos y yo me fui a la pista a bailar. Ligué un cuerazo de niño: alto, musculoso, cabello castaño, ojos verdes, piel bronceada y medía 1.88 mts., bailaba super y todos los ritmos los conocía bien, mis amigos en su rollo cada uno y yo fascinada con mi nuevo galán. Después de un rato me invitó a la barra y tomamos un trago para refrescarnos. Platicamos y le dije que era mi cumple, el me dio un efusivo abrazo y me plantó un beso que me movió el tapete «grueso». Siguieron más besos y después llegó un agasaje de película.
No me acuerdo dónde se quedaron mis amigos, tampoco me acuerdo si mi galán me dijo su nombre, lo único que recuerdo es que le dimos rienda suelta a nuestros deseos, ¡se veía tan sanote! ¿Enfermo? ¡Para nada! No recuerdo cómo llegué a mi casa, mis papás estaban dormidos.
Lo triste es que hoy sólo cuento con un par de meses de vida pues esa noche “especial” sólo me dejo una desgracia en mi vida «El SIDA» y lo único que puedo decir ahora es que si tan sólo esa noche le hubiera dicho: «No», hoy mi vida sería diferente y podría seguir haciendo planes para festejar mis próximos cumpleaños.
Desgraciadamente mi realidad es que sólo tengo 25 años de edad y no llegaré a otro cumpleaños; soy una mujer destrozada física y emocionalmente, mi cuerpo es un costal de huesos y mi cabello antes radiante ahora sólo es uno o dos mechones resecos y sin vida, ya no puedo levantarme de la cama ni siquiera para hacer mis propias necesidades y dependo todo el tiempo de un tanque de oxígeno, no logro tragar alimento sólido y me alimentan por sonda, mis amigos se fueron alejando poco a poco y mi familia casi no viene a verme, ¡todos me rechazan!
No tengo a nadie que me quiera, jamás supe lo que era ser madre, sólo sé que mis últimos días de vida los tendré que pasar atada a esta cama de hospital, recordando cómo fui capaz de arruinarme yo misma. Si tan sólo esa noche hubiera dicho ¡No!

