(Josefa Espejo Sánchez, esposa de Emiliano Zapata)
Por Ismael Vidales Delgado
Fue en el mes de agosto de 1911 cuando la joven Josefa Espejo Sánchez contrajo matrimonio con el General revolucionario Emiliano Zapata Salazar. El noviazgo no era bien visto por la familia de “Josefita”, pues ella era hija de don Fidencio Espejo Avelar y doña Guadalupe Sánchez Merino, poseedores de tierras y ganado, personas adineradas pertenecientes al grupo de los hacendados porfiristas, en cambio Zapata ciertamente era «hombre recio y bien plantado» con mucho «pegue» entre las mujeres, además era jefe de un ejército campesino que peleaba por la tierra. Pero don Fidencio le decía a Josefita: “Emiliano no te conviene; es un verdadero barrendero, jugador, mujeriego que no tiene ni burro que montar”.
Josefa y Zapata nacieron en San Miguel de Anenecuilco, ella el 19 de marzo y Zapata el 8 de agosto de 1879, o sea que «eran de edad», como se decía entonces.
No obstante sus diferencias socioeconómicas vivieron un noviazgo a la usanza de la época: se sabe por ejemplo que cuando la señorita Josefa salía a lavar las vasijas en las aguas del arroyuelo que quedaba frente al rancho de sus padres, Emiliano colocaba una carta de amor dentro de la copa de su sombrero y lo dejaba correr por el agua de tal manera que Josefa tomara el mensaje amoroso unos metros abajo y dejara el sombrero en el curso de la corriente, hasta que un amigo de Emiliano lo recuperara para retornarlo a su dueño.
En 1909 la familia Espejo se mudó a Villa de Ayala lo cual facilitó el noviazgo de la pareja y permitió a Zapata llevarle serenatas a “Josefita”.
El matrimonio ocurrió cuando había muerto don Fidencio y con la cancelación de los “lazos de amistad” con los hacendados porfiristas de la región. La boda se celebró en la Parroquia de San José, de Villa de Ayala. Los padrinos fueron dos personajes de importancia nacional: Francisco I. Madero y su esposa Sarita Pérez de Madero, quienes obsequiaron como regalos de bodas, un anillo, un juego de aretes y un camafeo de oro con incrustaciones de coral.
Zapata y Josefa procrearon dos hijos: Felipe que murió a la edad de cinco años mordido por una víbora de cascabel; y Josefa que murió un año antes que Felipe por la picadura de un alacrán.
De esta forma Josefa quedó sin hijos cuando apenas comenzaba su matrimonio, viviendo además con la constante angustia de perder la vida en cualquier momento por ser la esposa del “Caudillo del sur” a quien persiguieron encarnizadamente Victoriano Huerta y Venustiano Carranza quien lo mandó asesinar, cumpliendo esta innoble tarea Jesús Guajardo el 10 de abril de 1919 en Chinameca, Morelos mediante una emboscada.
La vida de Josefa fue un calvario. Los federales apresaron a su madre y a sus hermanas: Félix, Juana e Ignacia, todas ellas fueron llevadas a San Ildefonso en la ciudad de México. En su traslado Félix fue cortejada por el coronel que las llevaba presas, hecho que les salva de la prisión y de perder la vida, ya que fueron liberadas de “sus cargos” tiempo después.
En los siguientes 49 años después de 1920, doña Josefita fue vista con alta estima y respeto jerárquico por todos aquellos que sobrevivieron al movimiento revolucionario agrario. Josefa fue distinguida y presentada como la viuda del general Zapata, en la toma de protesta como Presidente de la República del General Lázaro Cárdenas del Río, el 1º de diciembre de 1934. Igual trato le dispensaron los gobiernos de Adolfo Ruiz Cortínes y Adolfo López Mateos. A iniciativa de Josefa se construyó la escuela secundaria “Tierra y Libertad” en la Villa de Ayala.
El viernes 8 de agosto de 1968 murió “La Generala” en su casa ubicada en Avenida Lázaro Cárdenas No. 28 en la Villa de Ayala, el mismo día en que había nacido Emiliano Zapata.

