Por Ismael Vidales Delgado/ ividales@att.net.mx
En el 2007 la colega historiadora Norma Ramos, del Colegio de San Luis, ganó el premio “Israel Cavazos” por su trabajo de investigación -Tesis de posgrado- dedicado a explorar la condición que vivían las maestras del sur de la entidad durante la parte final del siglo XIX y principios del XX, este trabajo se sustentó en una exhaustiva búsqueda de información, especialmente en los archivos de la SEP y muchos otros locales, así como diversas entrevistas y una gama de documentos hemerográficos. Recordemos que la educación en el medio rural era asunto federal, ya que el Estado atendía las escasas escuelas que operaban en algunas cabeceras municipales, por lo tanto, este trabajo prioriza a las maestras federales.
Entre los hallazgos documentales de Norma, está la Revista del Consejo Nacional de la Mujer Año 4, Número 12, del mes de marzo de 1923, en el que se localiza un ejemplo de contrato que en aquéllos lejanos años, debían firmar las maestras, para poder trabajar. Este importante documento también ha circulado por la Internet gracias al trabajo cuidadoso y oportuno del historiador Dr. Antonio Guerrero Aguilar.
Este documento -botón de muestra- nos recuerda que las maestras, especialmente las que trabajaron en el medio rural, son también pioneras en los esfuerzos organizacionales por la reivindicación de sus derechos, pero en lo personal, recuerdo que hacia 1957, cuando me inicié como estudiante en la escuela normal, conocí la anécdota de la insigne Angelina Garza Villarreal, autora del libro Oriente en el que aprendieron a leer miles de niños mexicanos, quien se desempeñaba como maestra de gran prestigio en la escuela monumental “Fernández de Lizardi”.
La maestra Angelina tenía en su haber todos los merecimientos y premios que se podían obtener en certámenes estatales y regionales, así que cuando la Dirección de la escuela estuvo vacante, tuvo la “osadía” de pedir este cargo. Las autoridades le contestaron que ya se le tenía ubicada en una secundaria donde ganaría más que en la primaria, pues no estaba previsto que una mujer dirigiera ninguna escuela, y menos de la magnitud de la “Lizardi”, a esta respuesta se agregaba una frasecita por demás despectiva y discriminatoria: “De dónde sacó la idea de que una mujer podría dirigir una escuela monumental, habrase visto”.
Con el permiso de Norma y Antonio, me permito compartir el documento aludido, porque será sin duda, un texto que mueva a la reflexión y al reconocimiento a todas las maestras, al menos de mi parte. La versión que se muestra, corresponde a la que ha circulado Antonio Guerrero.
MODELO DE CONTRATO QUE FIRMABAN LAS MAESTRAS CON EL CONSEJO NACIONAL DE EDUCACIÓN
Municipio de Montemorelos, estado de Nuevo León, México.
CONTRATO DE MAESTRAS AÑO 1923
Este es un acuerdo entre la señorita…maestra, y el Consejo de Educación y de la Escuela por el cual la señorita…acuerda impartir clases por un período de ocho meses a partir del…de 1923.
La señorita acuerda:
1.- No casarse. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si la maestra se casa.
2.- No andar en acompañada de hombres.
3.- Estar en su casa entre las ocho de la tarde y las seis de la mañana, a menos que sea para atender una función escolar, en cuyo caso será precisada una ficha firmada del tutor
4.- No pasearse por las calles de la plaza, ni permanecer en las heladerías de los alrededores.
5.- No abandonar Montemorelos bajo ningún concepto sin el permiso del presidente del Consejo de Delegados.
6.- No fumar cigarros. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra fumando.
7.- No beber cerveza, vino, ni licor. Este contrato quedará automáticamente anulado y sin efecto si se encontrara a la maestra bebiendo.
8.- No viajar en ningún coche o automóvil con ningún hombre excepto su hermano o su padre.
9.- No vestir ropas de colores brillantes.
10.- No teñirse el pelo.
11.- Usar al menos dos enaguas.
12.- No usar vestidos que queden a más de cinco centímetros por encima de los tobillos.
13.- Mantener limpia el aula:
• Barrer el suelo del aula al menos una vez al día.
• Fregar el suelo del aula al menos una vez por semana con agua caliente y jabón.
• Encender el fuego a las siete, de modo que la habitación esté caliente a las ocho cuando lleguen los niños.
• Limpiar la pizarra una vez al día.
14.- No usar polvos faciales, no maquillarse ni pintarse los labios.