Cuando nos referimos a la supervivencia del más apto de Charles Darwin, es probable que lo primero que se nos viene a la mente la fortaleza física de un individuo para poder abrirse paso en la naturaleza, compitiendo por los recursos escasos y dominando a las otras criaturas con la que cohabita.
Sin embargo, dentro del mercado evolutivo de la supervivencia, es necesario recordar que la mejor estrategia que le ha permitido al ser humano tener un amplio abanico de posibilidades o rutas a seguir, para garantizar su permanencia en el planeta y su aparente liderazgo dentro del mismo, fue y sigue siendo la tasa de procesamiento neuronal, es decir la inteligencia.
Nuestra capacidad de razonamiento se encuentra fuertemente ligada a la supervivencia de la especie y en particular, ejemplifica el éxito o fracaso de cada uno de nosotros en el modelo económico y social al que pertenezcamos. Pero no solamente eso, sino que ahora se argumenta que la inteligencia se encuentra ligada a nuestra esperanza de vida.
En el artículo de Ian J. Deary, Alexander Weiss y G. David Batty, titulado: “Outsmarting Mortality”, publicado en Scientific American, sus estudios muestran que dentro de estudios de grandes poblaciones, se ha encontrado una fuerte relación entre la inteligencia y la salud tanto mental como física. Además se determinó que un bajo nivel de inteligencia, de acuerdo a exámenes determinados, se encuentra correlacionado con un alto riesgo de desarrollar desórdenes de personalidad, depresión y diversos tipos de enfermedades cardiovasculares, así como otras enfermedades.
Para estos autores, diversos científicos han encontrado que las personas que tienen menor educación y menor ingreso, son afectadas por un mayor número de enfermedades y mueren más pronto. En resumidas cuentas, tanto Deary, Weiss y Batty argumentan que si a una persona se le mide poca inteligencia, mayor será su probabilidad de riesgo a vivir menos que otros individuos, desarrollando padecimientos mentales y físicos, así como la posibilidad de morir por enfermedad cardiovascular, suicidarse o perecer en un accidente.
Por ejemplo, en investigaciones mencionadas en el artículo, los niños que se les ha detectado un bajo nivel de inteligencia y que se les ha monitoreado durante décadas, se ha visto son más propensos a desarrollar desordenes de personalidad. De igual forma, aquellos con poca inteligencia tienen mayor probabilidad de ser asaltados y atacados por algún tipo de agresor, pereciendo en el evento. Esto último viene a razón de que las personas con poca inteligencia tienden a resolver los conflictos por medio de la agresión física, que los pone en riesgo de que su contrincante sea más fuerte y los lesione de forma parcial o mortal. Incluso los menos inteligentes, tienen ocho veces más probabilidad de enfrascarse en un pleito físico, que aquellos con mayor nivel de inteligencia.
Desde el punto de vista científico, particularmente en la perspectiva de la psicología, siempre se ha entrado en debate en cuanto si la inteligencia consiste en diversas habilidades mentales independientes o si exclusivamente es una propiedad particular que cada uno de nosotros tiene y desarrolla en cierto grado en comparación con otro individuo de nuestra especie.
Los autores refieren a la inteligencia, tomada desde la perspectiva de Charles Spearman, quien en 1904 realizó diversos exámenes a varios grupos de personas, encontrando que aquel individuo que destaca en algún tipo de tarea cognitiva, tiende a salir bien librado en otras tareas similares, llamando a esto como inteligencia general. Aunque se aclara que para llevar a cabo una tarea en particular, los individuos necesitan conocimientos y habilidades especificas para llevarla a cabo. Ante todo esto, para Deary, Weiss y Batty, esta inteligencia es el hecho clave que ha permitido erigir y mantener la existencia humana.
Por otro lado se ha argumentado que la inteligencia humana tiene un límite, sobre todo con base en la arquitectura biológica y el acomodo neuronal posible. Es decir nuestro cráneo solamente puede albergar cierto tamaño de cerebro y por ende cierto número de conexiones neuronales. Pero no debemos de preocuparnos, pues considero que los avances de la ciencia computacional, han permitido que el hombre potencie su inteligencia y tenga acceso a una vasta cantidad de información a través de cualquier medio computacional conectado a la red. En conclusión nuestra capacidad de guardar información fuera del cuerpo, y el rápido acceso a la misma, nos ha permitido superar la ingeniería de la naturaleza en nuestro tamaño cerebral y procesamiento neuronal, pero ese tema es digno de otro artículo.