Lo público es un lugar común. Los espacios que son públicos, entonces, son aquellos en donde podemos lograr el sentido de comunidad. Esto para la seguridad de las ciudades será fundamental en la medida que hagamos uso de esos espacios.
Nora Rabotnikof, investigadora de la UNAM, propone tres sentidos o características que deberían, desde el punto de vista sociológico, tener:
- Lo público como lo que es de interés o de utilidad común a todos, lo que atañe al colectivo, lo que concierne a la comunidad y por ende a la autoridad de allí emanada, en contraposición a lo privado, como aquello que se refiere a la utilidad y al interés particular […]
- Por otro lado, público se asocia a lo que es y se desarrolla a la luz del día, lo manifiesto y ostensible en contraposición a aquello que es secreto, preservado, oculto […]
- Lo que es de uso común, accesible para todos, abierto, en contraposición de los otros […] Público, en este caso es aquello que, al no ser objeto de apropiación particular, se halla abierto, distribuido.
La inseguridad, sin embargo, parece encarcelar o cerrar cada día más espacios públicos, pensando que de esta forma existe una protección a cualquier situación que nos ponga en riesgo. No obstante, el arquitecto Alejandro Echeverri, quien fuera Director de Proyectos Urbanos de la Alcaldía de Medellín en la administración de Sergio Fajardo, coincide con Rabotnikof al mencionar que esos espacios de encuentro que son públicos y, por tanto, abiertos, permiten mantener los ojos de la ciudad alerta ante los focos de inseguridad.
En ellos, lo que es colectivo vence al miedo de enfrentarse a las calles. Desde el urbanismo social, entonces, el experto recomienda que el uso de los espacios públicos se enfoque en dos ejes vitales para lo común: la cultura y la educación. Así es como diseños estéticamente atractivos, lúdicos, que inviten a la convivencia, tanto como la intervención social para implementar proyectos a corto plazo, deben incentivar a una reinvención de la ciudad a corto, mediano y largo plazo.
Lo cual significa que el proceso de intervención social en los espacios públicos tendrían que ir de la mano con actividades específicas que permitan a la comunidad adoptar los inmuebles y servicios que ahí se ofrezcan. Procesos participativos en los que el involucramiento de la ciudadanía y la comunicación horizontal nos reencuentren para crear comunidades seguras. Es el reencuentro en los espacios públicos lo que nos hace más iguales que diferentes, más humanos que políticos, más ciudadanos de nuestras ciudades.