MEC. Gisela Aguilar Martínez
Encontrarse en un estado de estrés en tiempo actuales es normal, pero en tiempos de pandemia se concentran altas cantidades del mismo. Mantener la mente en calma es un proceso complicado, ya que hemos acostumbrado a nuestro cerebro a estar ubicados en el pasado o en el futuro mas no en el presente, lo cual puede ser el motivo más grande para concentrar altas cantidades de estrés. Para este tipo de situaciones existe una práctica llamada Mindfulnes, pero, ¿en qué consiste y en qué puede beneficiarnos?
Mindfulness significa atención plena o consciencia plena, es una práctica respaldada por una base científica sólida. Diversas técnicas de neuroimagen arrojan resultados que reflejan cambios en estructuras cerebrales como el córtex prefrontal, que interviene en procesos de planificación, razonamiento y capacidad de juicio, autocontrol, comunicación y empatía, entre otros.
Diversos estudios hablan de un incremento sustancial en la neuroplasticidad del cerebro (incremento de las conexiones neuronales) o neurogénesis (generación de nuevas células en el tejido neuronal), lo que se traduce en un incremento del rendimiento mental. Del mismo modo, se ha observado una reducción del tamaño de la amígdala, estructura subcortical que juega un papel fundamental en los procesos emocionales de miedo o estrés, así como un aumento en el tamaño del hipocampo, estructura clave en procesos de memoria y aprendizaje.
La práctica de Mindfulness consiste en incorporar ciertos hábitos o rutinas que ayudan a estar presentes en el aquí y en el ahora, de una manera consciente y libre de juicios. Desde la compasión hacia la misma persona; no desde la lástima sino desde el respeto de las propias emociones.
El Mindfulness se puede practicar en cualquier lugar, aunque para empezar se recomienda una habitación oscura y donde los estímulos externos se reduzcan al máximo, ya que así resultará más fácil la concentración en la respiración y las sensaciones.
Lo sorprendente de la práctica del Mindfulness es su escasa exigencia; donde la clave es ser constante porque lo que genera impacto es la regularidad, no la cantidad. Por tanto, el balance coste-beneficio en esta práctica es brutal. Así, con prácticas breves de 3 minutos en los que se empiece simplemente por escuchar al cuerpo se podrá percibir en pocas semanas los beneficios.
Entre los beneficios se encuentra “estar en el momento presente”. Cuántas veces se llega conduciendo a algún lugar sin haber sido conscientes del proceso de haber llegado hasta allí. Es habitual ir por la vida con el piloto automático, sin parar a experimentar lo que se está viviendo. Un exceso de atención hacia el futuro se relaciona con la experimentación de estados de ansiedad mientras que la atención hacia el pasado se relaciona con episodios depresivos. Estar presentes en el aquí y el ahora ayuda a vivenciar la existencia de una manera más equilibrada. A fin de cuentas, el presente es el único momento en el que se puede vivir.
Otro beneficio es el de mejorar la capacidad de atención y concentración en una tarea, mejorando por tanto el rendimiento en la misma.
También reduce el envejecimiento: la meditación breve diaria ayuda a limitar el acortamiento de los telómeros (parte del cromosoma que ve disminuida su longitud cada vez que una de las células se divide, con lo que tienen relación con el envejecimiento celular). El estrés afecta directamente al acortamiento de los telómeros, con lo que la práctica de Mindfulness incide directamente en la reducción del envejecimiento.
Ayuda a reducir el estrés, a través la consecución de un estado de calma que ayuda a reducir sustancialmente los niveles de cortisol. Esta disminución también ayuda a conciliar mejor el sueño.
Con la práctica, este proceso se vuelve natural, se incorpora en la manera de relacionarse con el entorno como un hábito. Por esto, resulta un buen propósito incorporar rutinas de este tipo a la vida diaria, mucho más en los tiempos que de pandemia.
