La soledad en tiempos de COVID-19

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MEC. Gisela Aguilar Martínez

Debido a su creciente impacto en las sociedades desarrolladas y en vías de garantizar una mejor compresión de un fenómeno que cada día afecta a más personas en el mundo, la soledad se presenta como un objeto de estudio al que progresivamente se le viene prestando una mayor atención en los últimos años.

La soledad está definida como la diferencia entre las relaciones sociales reales mantenidas y las deseadas, viene siendo un fenómeno que contribuye negativamente al bienestar de las personas y presenta un gran impacto en el área de salud y las economías de todo el mundo. Esto lleva a algunas personas a sentirse solas y atrapadas en la red silenciosa de la soledad a lo que es crucial en el desarrollo de estrategias exitosas para prevenir y mitigar los efectos de esta en la sociedad.

Los factores que influyen en la medida en que las personas se sienten más o menos solas son, en términos generales, aquellos que afectan las relaciones sociales deseadas o reales. Dos personas con el mismo número deseado de relaciones cercanas podrían sentirse solas en un grado diferente si no sienten que sus expectativas se están cumpliendo. Pero, ¿qué factores podrían afectar lo que los individuos esperan de sus relaciones sociales?

La edad, género y cultura son 3 factores clave, así como los jóvenes, los hombres y las personas en sociedades «individualistas» reportan niveles más altos de soledad. Es más probable que un joven que vive en una sociedad individualista se sienta solo mas que una mujer mayor en una sociedad colectivista. Los resultados también muestran una disminución constante de la soledad a medida que las personas envejecen.

Al contrario de lo que se puede esperar, la soledad no es un problema exclusivo de las personas mayores, de hecho, las personas más jóvenes reportan mayores sentimientos de soledad. Dado que la soledad se deriva de la sensación de que las conexiones sociales no son tan buenas como se desea, esto podría deberse a las diferentes expectativas que tienen las personas más jóvenes y mayores y este patrón de edad que descubrimos parece mantenerse en diversos países y culturas.

En cuanto al género, la evidencia existente es mixta. Se cree que admitir sentirse solo puede ser especialmente estigmatizante para los hombres. Sin embargo, cuando esta palabra no se usa directamente en las entrevistas, los hombres suelen informar de padecer más soledad que las mujeres.

En dichas investigaciones se ve como la cultura afecta a la soledad ya que resulta particularmente importante porque la evidencia de las diferencias culturales en la soledad es muy variada y la cultura puede afectar las interacciones sociales reales y deseadas en direcciones opuestas.

También se puede argumentar que admitir sentirse solo también es más estigmatizante en las sociedades individualistas, donde se espera que las personas sean autosuficientes y autónomas.

Es importante mencionar a la reciente pandemia de COVID-19 ya que se debe prestar especial atención a cómo los cambios sociales podrían estar afectando a los jóvenes. Aunque es cierto que las personas más jóvenes pueden hacer un mejor uso de la tecnología para acceder a las relaciones sociales, también sabemos que cuando esto se hace como un reemplazo, en lugar de una extensión de esas relaciones, no mitiga la soledad.

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