Por Profesor Oliverio Anaya
Antes de todo me gustaría hacer un análisis hacia mi labor profesional y lo que me ha dejado el convivir por tantos años con adolescentes, quienes a lo largo de mi vida docente han regresado ya convertidos en adultos a mostrar sus impresiones sobre lo que vivieron en la Escuela. Me deja sorprendido la similitud de sus conclusiones sobre algunos maestros, reglas, actitudes, acontecimientos y cómo a pesar de los años siguen conservándolas en su memoria con detalle sorprendente y es triste como, ya siendo adultos reflexionan sobre los errores e injusticias que se cometen y cómo recuerdan con infinito cariño a aquellos con quienes se identificaron, lo que significa una cosa: es sumamente importante lo que convivieron durante esta etapa.
Pero no toda la responsabilidad debe recaer sobre nosotros los docentes; nuestro sistema educativo ha sido rebasado por una montaña de obligaciones y deberes titánicos a que somos sometidos año con año, cursos, exámenes, planeaciones, programas extensos que cumplir y evaluaciones que a mi juicio dejan mucho que desear para mostrar la realidad de lo que requieren los alumnos. El año escolar se ha convertido en una carrera contra el tiempo donde se cumple lo que se debe cumplir y no hay tiempo suficiente para orientar, apoyar o guiar al joven cuando así lo requiera y en nuestro afán de hacerlo mejor persona en el lapso de tiempo mas corto, nos dedicamos a recitarles lo que se debe hacer o no hacer y lo que se espera de ellos, a mostrarles sus errores pero sin tiempo para aplaudir sus aciertos y esto lo único que trae como resultado es una mayor rebeldía sobre todo en aquellos a quienes más falta hace tiempo y atención.
Para poder mejorar la convivencia dentro del Plantel, es importante humanizar al profesorado, capacitarlo para que tenga mayor paciencia y se queje menos, que su autoestima se eleve y se vea a sí mismo como un ser muy importante en la formación de estos adolescentes, que vea lo que es capaz de hacer en las mentes y en los corazones de todos ellos. A los padres, pieza fundamental en la formación de los hijos también es necesario involucrarlos totalmente en esta etapa, pero para esto es necesario que Gobierno implemente programas presenciales en las escuelas para borrar toda esa idea nefasta por parte de los padres de abandonarlos a su suerte en la Escuela creyendo que por no tener el aspecto de un niño ya no necesitan orientación. Es necesario y urgente que toda la sociedad contribuya mientras nosotros como maestros debemos seguir como caballitos de batalla, esperando a que un día se implementen nuevos cambios para mejorar nuestras vidas y esto conlleve a un menor estrés, menos horas de trabajo en casa, más tiempo para nuestros propios hijos y sobre todo para poder desempeñar nuestra labor con calidad, con paciencia, con afecto hacia nuestros alumnos que así lo requieren, que lo necesitan y que es indispensable para cambiar la médula dañada en que se encuentra la sociedad actual.
Actualmente alumnos y a maestros no están conviviendo como es debido, no se comprenden mutuamente ni se complementan, existe una convivencia fría y distante, de aquellas que pasan sin dejar huella y la única que pudiera quedar en la memoria de los alumnos es precisamente la falta de ella.