Sin autor conocido
En una acalorada sesión popular, los congregados analizaban quién tiene la culpa de todos los problemas que aquejan al país. A botepronto el periodista argentino Tato Bores recogió las notas siguientes que me permití adaptar a nuestro medio.
La culpa de todo la tiene el Ministro de Economía gritó uno. ¡No señor! Dijo el Ministro de Economía mientras buscaba en la bolsa interior su finísimo traje los boletos para embarcarse a Europa con familiares y séquito incluido. La culpa de todo la tienen los comerciantes informales.
¡Mentira! Gritó un comerciante informal y evasor fiscal mientras reetiquetaba sus mercancías piratas. La culpa de todo la tienen los que nos quieren matar recogiendo cada rato nuestras mercancías.
¡Falso! Gritó el policía de la AFI mientras preparaban el reporte del más reciente cateo a los puesteros de Colegio Civil. La culpa de todo la tiene esta patria proteccionista; los pobres se llevan toda la lana del el Programa “Oportunidades.”
¡Por favor! Dijo el propietario de una cadena de colegios privados, mientras cobraba en dólares la reserva de inscripción para dos hermanitos que van a nacer en el 2050. La culpa de todo la tienen los banqueros.
¡Calumnias! Dijo un banquero mientras depositaba a los ahorros de su abuela en Mesa de Dinero a 28 días. La culpa de todo la tienen los corruptos inmorales.
¡Se equivoca! Dijo un corrupto mientras vendía en cien pesos un libro titulado «Haga Patria: estrangule un diputado» pero que tenía todas las páginas en blanco. La culpa de todo la tiene la burocracia holgazana que hace aumentar el gasto público.
¡No es cierto! Dijo un burócrata mientas con una mano se rascaba en medio de las piernas y con la otra engullía una hamburguesa con mucho aguacate. La culpa de todo la tienen los políticos que prometen muchas cosas y nunca hacen nada.
¡Eso es pura maldad! Dijo un diputado, dándose por aludido, mientras preguntaba ¿dónde queda el edificio del Congreso? La culpa de todo la tienen los terratenientes y los fraccionadores que se han adueñado de nuestra madre tierra.
¡Patrañas! Dijo un fraccionador mientras hacía los trazos de su nuevo desarrollo campestre en la horqueta del Cerro de la Silla. La culpa de todo la tienen los curas comunistas.
¡Perversos! Gritó un cura comunista, mientras besaba a la camarada en turno: La culpa de todo la tienen los del Yunque que nos impusieron la ultraderecha en el gobierno.
¡Mientes! Dijo uno del Yunque, mientras ofertaba sacramentos e indulgencias a mitad de precio y garantizaba la eterna salvación por un módico donativo de diez mil pesos para la campaña de su candidato. La culpa de todo la tienen los anarquistas infiltrados en el Congreso.
¡Malvados! Dijo un anarquista mientras quemaba varias iniciativas de ley y despedazaba un librero. La culpa de todo la tienen los líderes charros y metiches que siempre opinan de lo que no les importa.
¡Blasfemia! Gritó un líder charro y metiche que tiene sueldo por armar camorra en el Congreso una vez a la semana. La culpa de todo la tienen los científicos que se la pasan investigando las ciencias ocultas debajo de la colcha y cobran como si hubieran descubierto la piedra filosofal.
¡Error! Dijo un científico mientras investigaba “El efecto de los rayos gama sobre la cosecha de los plátanos macho de Tabasco”. La culpa de todo la tienen los padres que no educan bien a sus hijos.
¡Infamia! Dijo un padre mientras trataba de recordar cuántos hijos tenía exactamente. La culpa de todo la tienen los ladrones que no nos dejan vivir.
¡Me ofenden! Gritó un ladrón mientras arrebataba su bolsa a una viejita y, de paso, la tiraba debajo de un camión. La culpa de todo la tienen los policías extorsionadores que no nos dejan trabajar.
¡Estás loco! Dijo un policía mientras se embolsaba un retrato de don Miguel Hidalgo en la bolsa de la camisa. La culpa de todo la tiene la Justicia que se vende al mejor postor.
¡Desacato! Gritó un juez mientras que como la mítica Penélope armaba un expediente de día y lo desarmaba de noche. La culpa de todo la tienen los militares que se creen los dueños de la Patria.
¡Negativo! Dijo un general mientras ordenaba a su asistente que le fuera preparando una buena dama para una “misión secreta” el fin de semana. La culpa de todo la tienen los chavos mechudos y los gays.
¡Tas zafado! Dijo un chavo mechudo mientras alegaba por qué para ingresar a la universidad había que saber leer y escribir. La culpa de todo la tienen los ancianos por habernos dejado este mugre país.
¡Embusteros! Dijo un anciano mientras pregonaba que para volver a las buenas costumbres lo mejor era una buena guerra mundial. La culpa de todo la tienen los periodistas porque todo lo esconden, lo deforman, todo lo prostituyen.
¡Censura! Dijo un periodista mientras, con los dedos cruzados imploraba que ocurriera pronto una violación o un asesinato para cubrir la nota del día. La culpa de todo la tiene el imperialismo.
¡Eso no es cierto! Dijo un imperialista mientras cargaba en su barco un trozo de nuestro territorio con su gente incluida. La culpa la tienen sus vendepatrias que nos ofertaron hasta el gato.
¡Infundios! Dijo un vendepatrias mientras marcaba en un plano los terrenos con más plusvalía. La culpa de todo la tiene mi abuela porque de plano no me dio ni educación ni cariño cuando mis papás se divorciaron.
Las acusaciones siguieron por largo tiempo hasta que de atrás se oyó una voz fuerte que acalló a las demás.
¡Párenle ya! Dijo un desconocido trepado sobre los hombros de otro para hacerse oír. Yo sé quién tiene la culpa de todo. ¿Quieeen? Preguntaron a coro los congregados. La culpa de todo la tiene El Otro. ¡El Otro siempre tiene la culpa!
¡Eso, eso! exclamaron todos al unísono. El señor tiene razón: la culpa de todo la tiene ¡El Otro!
Yo también coincido con los camaradas, este cuate tiene razón, la culpa de todo lo que nos pasa, la tiene ¡El Otro!